17.

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Cecilia Abbey

-Luciano te dije que veníamos tarde – me quejo y me cruzo de brazos –
- Ya llegamos Cecilia – dice y suspiro –

Luciano se estaciona frente a la casa de los Montero y me quito el cinturón de seguridad, agarro mi cartera y arreglo mi abrigo para bajarme de la camioneta, camino hasta la entrada para esperar a Luciano quien se acerca segundos después, toco el timbre y espero a que abran, miro a mi esposo y le arreglo la corbata mientras abren.

-Cecilia – dice Augusto y sonrío – Luciano hermano – saluda a Luciano luego – adelante – pide y nos da espacio –
- Disculpen lo tarde – digo entrando y él niega –

Caminamos hasta la sala para encontrarme a Maia cruzada de brazos mientras que Lorena esta frente a ella con los ojos cristalizados, miro a Luciano y luego a Augusto pero Maia como que no se da cuenta que estamos aquí, sin embargo, Lorena si nos ve pero vuelve la mirada a Maia.

-Hablemos por favor, a solas – dice suavemente la morena –
- Tú y yo ahora mismo no tenemos nada que hablar – dice Maia y su voz se quiebra, me alarmo –
- ¿Chicas que les parece si hablan en otro lado? – pregunta Anna interviniendo y Lorena asiente –
- No hay nada que hablar Anna – responde Maia seca – déjame en paz Lorena – dice y se gira para toparse conmigo – Hola a los dos – saluda y una lágrima intenta rodar por su mejilla pero me acerco para borrarla –
- ¿Te sientes bien? – pregunto en un susurro pero se aleja –
- Todo bien – se gira para ver hacía atrás y luego a nosotros de nuevo – si me disculpan – se va a la cocina –
- Con permiso – digo y la sigo –
- Habla luego con ella – dice Anna cuando salgo de la sala –

Me detengo un momento en mitad de la casa entre las escaleras y la puerta de entrada ¿Estás segura de ir Cecilia? Me pregunto internamente pero la respuesta es una sola, ¡Claro que sí!. Camino hasta la cocina y me apoyo del umbral para ver a Maia ida mientras tiene un vaso de jugo en la mano.

-¿Cómo te sientes? – pregunto y aún así no me ve pero baja los hombros –
- Estaré bien, son cosas que pasan – responde y voltea a verme – disculpen la escena – finaliza y niego –
- Es tu casa Maia discúlpanos a nosotros por venir, aunque estábamos invitados – digo y sonríe negando –
- No pasa nada – dice y termina el jugo para lavar el vaso y guardarlo –
- ¿Puedo ayudarte en algo? – pregunto y rodea la barra para acercarse –
- Nada, al menos no hoy – responde y me acerco a ella hasta quedar a centímetros –
- No me gusta que estés así – susurro pasándole un mechón de cabello detrás de la oreja – eres más bonita sonriendo – digo y se ríe a carcajada –
- ¿Es decir que soy fea ahorita? – pregunta y asiento sonriendo –
- Ven aquí – digo y la abrazo –

Casi tres meses desde que regresé, casi tres meses que quería estar así con ella, cuando me fui, primero fue porque me salió una oferta en Seattle, pero segundo porque comenzaba pasarme cosas que no podían ser, me ganó el miedo aunque siempre quise llamarlo una "aventura", así que lo intenté y terminé yéndome por lo mismo.

Ahora que nos volvemos ver y que está más grande e igual de hermosa, no puedo evitar querer acercarme pero a la vez me alejo, huyo porque mi hijo es su amigo, mi hija novia de su hermano y porque ella sigue siendo menor que yo, yo estoy casada, Cecilia tú estas casada, recuérdalo, nos alejamos unos pasos y la miro atentamente mientras borro un par de lágrimas en sus mejillas.

-¿Ahora? – pregunto y asiente –
- Prefiero irme a dormir – susurra alejándose por completo y asiento metiendo mis manos a los bolsillos del abrigo –
- Me parece muy bien – digo y sonreímos – si necesitas algo estoy aquí – aclaro y asiente –
- Gracias Cecilia – susurra triste y se acerca para darme un beso en la mejilla – adiós – susurra y sale de la cocina –

Me quedo paralizada y con los ojos cerrados por un momentos, respiro profundo y salgo de mi trance cuando suena el timbre de la entrada, me doy la vuelta y salgo de la cocina para acercarme a la sala, en el camino veo a Augusto abrir la puerta y entra Mauricio.

-Hijo – digo y lo abrazo –
- Mamá – dice de regreso y me abraza –
- Hola Mau – saluda Augusto y nos alejamos – adelante – finaliza sonriendo –
- Hola Augusto – saluda mi hijo y estrechan las manos –

Entramos a la sala y ya Lorena no se encontraba, todos me miran atentamente para saber algo pero yo sólo opto por sonreír y me acerco a Luciano para sentarme a su lado, me guiña un ojo y sonrío mientras que todo vuelve a la normalidad.

-¿Y Maia no viene? – pregunta mi hijo y todos se quedan en silencio –
- Esta arriba hijo – respondo y frunce el ceño –
- ¿Y por qué no esta aquí? – pregunta y Anna resopla –
- No sabemos pero tuvo problemas con Lorena – miro a Augusto quien se queda pensativo – esperemos todo mejore – finaliza Anna –
- ¿La puedo ver? – pregunta mi hijo preocupado –
- Mejor no bebé, ella necesita su espacio – le digo y asiente –

Un rato después vamos al comedor a cenar, fue una cena amena pero rara sin Maia, todos sabían que era raro sin ella y entre tanto mi cuerpo esta en la cena, pero mi mente a su lado y no sé que es peor, aún así varias veces conversaba en la mesa, pero luego volvía a pensar en ella, hasta que una hora después volvimos a la sala.



                                        *******

-Fue un gusto que vinieran – dice Augusto y Anna asiente sonriendo –
- Gracias a ustedes por invitarnos – digo sonriendo –
- Hijo hasta luego – se despide Luciano de Eithan –
- Nos vemos suegro – se despide el rubio y me acerco –
- Ah no, a mí no me digas suegra – digo y nos reímos – mentira, venga un abrazo – chillo y se ríe para acercarse – Hasta luego a todos – me despido y me alejo para esperar a mis hijos quienes se despiden y se acercan –

Mauricio se va con Emiliana mientras que yo me subo a la camioneta de Luciano y luego se sube él al puesto del piloto, dejo mi cartera en mis piernas y me pongo el cinturón de seguridad, alzo la cara y veo por la ventanilla hacia las habitaciones buscando la de ella pero no sabía realmente cuál es.

-Pobre Maia – dice Luciano y asiento – ¿Qué le habrá ocurrido? – pregunta y sigo en silencio –
- Quien sabe – susurro y sigo en silencio mientras mi esposo maneja hasta casa –





                                       *********

En un parpadeo ya era Lunes y sentía un agotamiento mental nada normal, estaba caminando el pasillo del hospital donde trabajo de odontóloga y saludo a mi colega para luego entrar a mi consultorio, dejo la cartera en el escritorio y me acerco al perchero para colocarme la bata, mi secretaria entra y alzo la cara.

-Cuéntame Dani – digo y sonríe –
- Doctora tiene una consulta y se puede ir a la universidad luego – avisa y asiento –
- La universidad – susurro ida y luego alzo la mirada para verla, sonrío y ella igual – gracias Daniela puedes pasar al paciente – pido y asiente –
- Esta bien doctora – dice para irse y me siento detrás del escritorio –

Una hora después de un blanqueamiento y hablar con el paciente, me quito la bata y la dejo en el perchero, agarro mi cartera y me arreglo el cabello para salir del consultorio, me despido de Daniela y me marcho. Camino los pasillos del hospital hasta salir de esté, voy al estacionamiento y llego al coche para subirme, dejo la cartera a un lado y me pongo el cinturón de seguridad, prendo el coche y finalmente salgo para ir a la universidad, en el camino sólo pienso en Maia ya que no supe más de ella lo que restó de fin de semana.

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora