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Las semanas han pasado y con ellas el último período que en lo personal a sido un caos, pero me alegro que en mi vida personal todo esté bien o al menos eso intento en un punto. En cuánto a mis amigos, luego de la ruptura de Antonio con Sofía, su vida son las clases y fiestas, si así es con 15 años no me imagino a los 18 años, Darío no puedo hablar mucho su vida gira entorno a lo mismo también, y lo más loco es que ambos son los jugadores del equipo de la escuela así que o están en clases, de fiesta o practicando, eso es todo en ellos, pero lo bueno es que son estudiantes promedios. Horacio cada vez siendo uno de los mejores de nuestra clase, hace poco conoció a una chica y le dije que le pidiera salir pero no sé si me hará caso. Alaia conoció a un chico, de un año mayor que nosotras, y ya han salido un par de veces, me hace feliz verla así de bien. Y de Layla no diré mucho, está como yo, solitaria pero siendo la mejor de nuestra clase, porque sí, Layla me superó y me hace feliz.

De mí no hay mucho que contar, libros, casa, clases, amigos y enamorarme cada vez más de una mujer que jamás me va a ver más a allá de como su hija o alumna favorita como dicen muchos. Y en cuanto a Cecilia radiante, perfecta, hermosa como siempre, haciendo embobar a todo aquel que pase por su lado o que la conozca. Como ahora que estamos en su casa y tiene una visita más babosa, resoplo para apretar la mandíbula mientras limpio cerca de la sala principal.

-¿Cecilia y a que hora llega Luciano? – pregunta el hombre con voz de galán de cine –
- Andrés, seguro llega en un rato – dice Cecilia tranquilamente –
- Bueno y cuéntame ¿Cómo te ha ido? ¡Estás preciosa! – dice el imbécil y viro los ojos –
- Istis hirmisi – susurro mofando sus palabras –
- Gracias querido y ¿Qué te cuento? Todo muy bien entre clases, a veces algunas consultas odontológicas, una vida tranquila – dice Cecilia riendo y suspiro al oírla reír –
- Te llamaré en estos días para una consulta – dice muy entusiasta el hombre –
- De seguro que si querido – dice Cecilia y siguen hablando –

Un rato después llega el señor Luciano y yo me voy a la cocina donde ya no estaba mi abuela porque se fue a la planta de arriba a los cuartos de los señores, me duele tanto saber que ella está casada. Oía las risas pero no más allá que eso, gracias al creador porque empezaba a sentir repugnancia por el amigo del señor Luciano.

-¿Ocupada? – pregunta aquella voz gruesa y delicada que tanto amo, me sobresalto y volteo a verla –
- Un poco, terminando un par de cosas aquí – respondo seca, volteándome de nuevo a arreglar un par de platos –
- ¿Me aceptas un café? – pregunta suavemente y me detengo para pensar, me giro a verla detallándola, sigue con la misma ropa de esta mañana y se ve tan hermosa con ese pantalón alto y la blusa de tirante –
- A mí si me gustaría – dice mi abuela entrando y Cecilia se ríe haciéndome sonreír embelesada –
- Claro que sí, la invito ya que su sobrina no quiere al parecer – dice y alzo la mirada para reír –
- Oye jamás dije eso – me quejo y ambas mujeres ríen negando –
- Yo lo preparo – se acerca Cecilia y su perfume invade mis fosas nasales haciendo que inhale para quedarme un rato con el – ¿Me das permiso? – pregunta en un susurro cerca de mi oído y me giro para quedar a centímetros de ella –
- Cla… claro – titubeo, carraspeo y sonríe encantadora –

Me alejo lentamente y le doy el espacio que necesita, así que me acerco a mi abuela quien me avisa que ya todo está listo y asentí sonriendo de lado, mientras que mi mente esta invadida de ese pequeño contacto con Cecilia, trago saliva pensando y repitiendo ese acto lo más que puedo, respiro profundo y me siento frente a la barra americana para esperar el café mientras mi abuela y Cecilia empiezan a hablar, las oigo reír y mi corazón se acelera de sólo verla así de encantada.

Un rato después estaba listo el café y la rubia sirvió tres tazas, así que mi abuela se sentó a mi lado, mientras que Cecilia se sentó frente a nosotras y detrás de la barra, sentía nervios pero no podía demostrarlos, ella no puede saber cuanto efecto tiene en mí.

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora