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Maia Montero

Los días fueron pasando, algunos lentos, otros rápidos y ahora mismo estoy frente a la segunda clase del día viernes, a punto de morir de la ansiedad mientras que Ángelo me cuenta sobre su noche con su novio, algo que en parte me emociona mucho, pero mi mente ahora mismo sólo piensa en el viaje a New York, algo que me emociona aún más. La clase termina y mi celular vibra, lo saco del bolsillo de mi falda para ver que la llamada es de Layla, me disculpo con el rubio y agarro mi morral para salir rápidamente del salón y le atiendo.

Llamada
-¡Mi vida! – chillo y la oigo reír –
- Te cuento que estoy ya en casa de Mau arreglando todo para irnos – dice suavemente y asiento emocionada –
- Ni planeado sale tan bien – digo y esta vez ella se ríe a carcajada –
- Sé feliz y disfruta de ese viaje, que a New York no vas todos los días – dice y sonrío mientras asiento –
- Tú también disfruta mi amor – susurro y nos despedimos para colgar –
Finalizada llamada

-¿Quién va a disfrutar? – me preguntan en un susurro al oído y me sobresalto, para girarme y verla sonriendo. Su luz, ella brilla por sí sola, suspiro suavemente –
- Layla que se va de viaje con Mauricio a la cabaña de su familia – Cecilia deja de sonreír y asiente pérdida – ¡Hey! ¿Todo bien? – pregunto poniendo mi mano en su brazo y asiente para alejarse –
- ¿Tienes tus maletas listas? – pregunta y asiento no muy segura – Nos vemos al salir señorita Montero – avisa y se aleja con aquel caminar que me mata –
- Señora Abbey – susurro perdidamente enamorada de ella –

Ángelo me alcanza y caminamos hasta entrar a la cafetería, vamos a caja y pedimos dos cafés mientras que el rubio también pide para comer, como si hace dos horas atrás no lo hizo, me rio negando y pagamos. Esperamos unos minutos para finalmente ir hasta una mesa mientras hablamos de Italia y lo preciosa que es, así que mi meta es pasar mi vejez al sur de Italia definitivamente.

-Vamos a clase – dice levantándose y asiento siguiéndole –
- Vamos hermoso – digo y después de arreglar el morral en mi hombro, enredo mi brazo en su brazo para ir hablando y riendo hasta el salón, para ver la última clase –
- ¿Podemos pasar? – pregunta Ángelo quién me suelta y me rio –
- Adelante – dice aquella voz gruesa y delicada que me fascina, le guiño un ojo y sonríe discretamente –




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Salgo del salón junto a Ángelo, agradecidos realmente de que la universidad acabó por esta semana pero más que ello, al menos yo estoy muy emocionada de irme con Cecilia, me despido de mi amigo y camino hasta el estacionamiento donde esta mi coche, veo a Cecilia apoyada de esté y sonrío, volteamos a ver a todos lados cuando estamos a centímetros y nos damos un corto beso, segundos después nos alejamos sonriendo como tontas.

-Ahora si señorita Montero, toda mía por un fin de semana, pero – se detiene y me mira intensamente – ¿Qué le dijiste a tus padres? – pregunta nerviosa y sonrío para ponerme de puntilla, le doy un beso en la mejilla –
- Nada, me voy de viaje con Alaia y su familia – le guiño un ojo y ella sonríe sorprendida para luego negar –
- Nos vemos en el aeropuerto – avisa yendo a su coche y asiento para subirme al mío –

Todavía no puedo creer la locura que estamos por cometer, pero a la vez me siento tan libre de hacerlo con ella, dejo mis cosas en el copiloto y me pongo el cinturón de seguridad, prendo el coche y doy retroceso para seguir el coche de Cecilia hasta el aeropuerto. En el camino prendo la radio y suena Reik sonrío maravillada, y comienzo a cantar la canción.

“Ráptame esta noche, llévame pal coche, roba cada milímetro, centímetros de mi piel. Ráptame esta noche, llévame pal coche, siente como cada beso aumenta el ritmo de nuestro ser”

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora