59.

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Layla Losada

-¡Por fin llegaste! – le reclamo a Maia quien llega sonriendo –
- Esta ansiosa lleva una hora preguntando por ti – comenta Darío y le muestro el dedo del medio –
- ¡Cállate imbécil! – chillo y terminamos riéndonos –

Todos terminamos de saludar a Maia y Darío va por los tragos, nos sentamos y esperamos al castaño, unos minutos después llega el grandote con una bandeja de cinco copas de chupitos más una botella de tequila, Antonio prepara los chupitos y todos aplaudimos felices.

-¿Qué celebramos? – pregunta Alaia y si me entra curiosidad –
- ¡Verdad que sí! – exclamo ansiosa y Maia sonríe anchamente –

Todos nos quedamos en silencio y una voz me paraliza, parpadeo lentamente y miro a los chicos, todos están tan pasmados como yo, menos Maia quien está emocionada, me giro lentamente y veo a Horacio frente a mí, una chamarra negra, su cabello castaño, sus ojos azules, su sonrisa blanquecina, su piel ahora bronceada, ahora mira a todos y suspiro embelesada.

-¿Se quedan allí o me vienen a abrazar? – pregunta Horacio sonriente y Darío grita para correr a abrazarlo –
- Mi amor – chilla Alaia y me alejo de todos mientras me cruzo de brazos –

Una parte de mí está molesta y la otra está feliz de saber que esta de regreso. Saber que Horacio volvió, me mantengo pensando cuando siento una mano en mi hombro y me sobresalto, la mirada se me nubla y Horacio me ve preocupado, niego y sonrío para abrazarlo finalmente, siento que de esta manera encajan mis partes rotas y que Horacio es un imbécil por jamás haberme dicho la verdad.

-Te extrañé – susurro apoyando mi mentón en su hombro –
- También yo – susurra acariciando mi espalda –

Nos alejamos un rato después y nos quedamos viéndonos fijamente, trague saliva pero Antonio se acercó emocionado para llevarse a Horacio, suspiro suavemente y me quedo en el mismo lugar hasta que Maia se acerca para abrazarme, sonreí de lado después de alejarme y le guiño un ojo para por fin sentarnos todos, Darío llega con una copa de más y Antonio le sirve a Horacio, todos alzamos nuestras copas.

-¡Por el regreso de Horacio! – chilla Alaia y sonreímos –
- ¡Salud! – gritamos para chocar nuestras copas, nos tomamos de un trago el chupito y nos quejamos pero ya a la segunda copa todo mejoró, mientras que el limón y la sal acompañaban al tequila en nuestro organismo –

Los chicos felices del regreso de Horacio, sólo querían saber de su estadía en Italia, pero yo estaba nerviosa de saber que le ocurrió, Horacio les respondía emocionado y sonrío por el brillo en sus ojos, me alegra saber que tan bien le fue en Italia, tomaba trago detrás de otro mientras escuchaba a los chicos preguntar y Horacio responder.

-¿Y una novia? – pregunta Alaia y me detengo para alzar la mirada para verlo –
- Laura una siciliana muy guapa – responde y sonríe embelesado, me tenso y siento un nudo en la garganta –
- ¡Wow! Hasta tus ojos brillan – chilla Antonio feliz y miro a otro lado –
- Realmente me gustaba esa chica – comenta y volteo a verlo – ella me hacía sentir bien – finaliza y me levanto de la silla para salir del bar –

Me quejo al sentir el frío de la noche pegar en mi cuerpo, respiro profundo y me abrazo para caminar lentamente hasta la pared de al lado del bar, me apoyo en esté y saco una cajetilla de cigarrillos de mi chamarra, saco un cigarro y el encendedor, prendo el cigarrillo y vuelvo a guardar la cajetilla junto al encendedor, cierro los ojos mientras el humo sale desde mi nariz y labios, respiro profundo y alzo la mirada al cielo, lágrimas ruedan por mis mejillas y siento dos pulgares que las borra, respiro profundo mientras que me abrazan y apoyo mi cabeza de su hombro.

Nací para amarte Where stories live. Discover now