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Antonio Lizcano

Los días han ido pasando y después de mi graduación Rossane decidió quedarse en la ciudad por un tiempo, siento que algo se trae entre manos pero prefiero no prestarle atención, hace días conseguí trabajo en una escuela y es algo que me hace muy feliz, también tuve la dicha de salir con Amanda, algo que me vuelve loco y feliz, y aquí estamos frente a la universidad donde estudia esperándola, la veo salir y me bajo del coche para acercarme a ella.

-Hola – susurro acercándome a la rubia y sonríe –
- Hola, que bueno verte por aquí – dice y arregla el morral en su hombro –
- Déjame, yo lo llevo – digo y agradece –
- ¿Qué haces aquí? – pregunta Amanda y me pongo nervioso –
- Yo quería – titubeo cuando un chico llama a la rubia –
- ¿Qué quieres César? – pregunta Amanda aburrida y puedo detallar el parecido de ambos –
- Mucho gusto, César su mellizo – se presenta el rubio sonriendo y estrechamos nuestras manos mientras me quedo sorprendido –
- Antonio – susurro como puedo –
- Amanda no deja de hablar de ti, que bueno conocerte – dice y sonrío al oírlo decir eso –
- ¡Cállate César! – exclama Amanda y la miro embelesado –
- Mírenlo, hasta te ve todo tonto – dice César burlón y carraspeo para voltear la mirada – hoy habrá una cena en la casa grande, deberías ir – comenta César y asiento mientras volteo a verlo –
- Basta César, vete – chilla Amanda irritada –
- Nos vemos Antonio – hace señas de militar – y tú hermanita, me llamó mamá que necesita que llegues a casa para ayudarla – dice y Amanda frunce el ceño –
- ¿Y tú César? – pregunta la rubia como molesta, mientras que el mellizo baja los hombros agotado –
- Papá quiere que vaya al estudio, ya que me está enseñando a manejarlo – responde y vira los ojos – yo quería ser administrador no arquitecto Amanda – se queja todo trágico y Amanda se ríe –
- Vete César – finaliza Amanda y el rubio asiente para despedirse de ella –

Los veo abrazarse y Amanda reírse, sonrío al verla así, luego César se gira y se despide de mí, asiento y finalmente se va, así que acompaño a Amanda hasta su coche y quedamos en vernos otro día, antes de subirse al coche me deja un beso en la mejilla y babeo por ella, suspiro enamorado y me alejo unos pasos para que Amanda retroceda, al verla irse camino rápidamente hasta mi coche y me subo, chillo como niño feliz y respiro profundo para finalmente calmarme.

-Amanda – susurro suavemente y echo la cabeza para atrás, cierro los ojos y pienso en ella –

Desde que la conocí me encantó, es tan hermosa y su sonrisa, su mirada, su voz, ella es tan perfecta, suspiro y me salgo del trance al oír mi celular sonar, lo saco del bolsillo de mi pantalón y veo el nombre de mi hermana en la pantalla, resoplo y me quedo mirando el celular hasta que deja de sonar, lo dejo en el porta vaso pero vuelve a sonar y me rindo.

Llamada
-¿Qué quieres? – pregunto seco –
- De ti nada, no es como que sirvas para mucho – responde y viro los ojos – necesito el número de Lía Abbey – finaliza y frunzo el ceño –
- Lía tiene novia ¿si la viste cierto? – pregunto y Rossane se ríe –
- No es como que me importe esa pelirroja, ¿me darás el número o no? – pregunta y suspiro pesadamente –
- Déjame pedírselo a Maia – digo y Rossane chasquea la lengua –
- Muévete – finaliza y cuelgo –
Finalizada llamada

-¿Qué te crees Rossane Lizcano? – pregunto molesto mientras veo el celular ya apagado –

Dejo el celular en el copiloto y me pongo el cinturón de seguridad, prendo el coche y salgo del estacionamiento de la universidad para ir hasta la casa, en el camino mi celular comienza a sonar y lo agarro para ver que es Rossane, viro los ojos y lo vuelvo a dejar en el asiento para seguir mi camino.






Nací para amarte Where stories live. Discover now