23.

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-¿Cómo que Horacio se fue? – reclama Layla en shock y miro a Darío quién esta ido –
- Es lo mejor para él – susurra el castaño y asiento lentamente –
- ¿Cuándo fue? – pregunta Alaia aturdida –
- Ayer en la tarde salió el vuelo – respondo y Layla camina toda la sala – ¿Te calmas? – pregunto y Layla se detiene a mirarme –
- ¿Me calmo? – pregunta abriendo los ojos de sorpresa – Mi amigo se fue a Italia y tú sólo te preocupas en preguntarme que me calme – grita agitada y molesta –
- ¿Quieres saber por qué se fue Horacio? – pregunto cansada y me levanto hasta acercarme a ella –
- ¿Por qué? – pregunta molesta y miro a Darío quien me ve conmocionado –
- Porque te ama Layla, porque lleva amándote en silencio desde que los presenté, porque no puede estar aquí viéndote con Mauricio, porque esa noche cuando nos dijiste ha ese hombre le dolió tanto que el lunes fue a rectoría a buscar información para irse lo más lejos posible, por eso Horacio Veitia se fue – termino de decir quebrada y Layla se queda petrificada –
- ¿Que Horacio qué? – pregunta aturdida y se aleja de mí para pasarse una mano por el cabello –
- Lo siento – susurro y alza la mirada, sus ojos se cristalizan –

Layla sonriendo aguanta y sale de mi casa, miro a mi alrededor y todos están así o más petrificados que Layla menos Darío quien yo le dije esa noche sobre el amor de Horacio por Layla, pero el resto al parecer jamás se dieron cuenta, respiro profundo y agarro mi chamarra para salir de casa, miro a todos lados y veo a Layla al otro lado de la acera sentada mientras tiene la cabeza apoyada de sus piernas.

Camino lentamente hasta cruzar la calle y sentarme a su lado, está llorando y me siento culpable de que esté pasando por esto, pero ella algún día tenía que saber la verdad, que no hay amor más puro y sincero que el de Horacio que la amó todo este tiempo en silencio, sólo para no perderla, por miedo, por terror, pero la amó de verdad, así que la abrazo y sube la cara para aferrarse a mi abrazo.

-¿Por qué nunca me dijo la verdad? – pregunta con la voz rota –
- Miedo – susurro y se aleja para reír irónica –
- Por favor Horacio es hermoso, pero – mira hacia la calle y se queda en silencio – él nunca me dio algún indicio – dijo y me miró, limpio sus mejillas y sonrío de lado –
- Ya no importa mi vida, él se fue y tú – susurro para abrazarla – estas con Mau – digo y asiente para alejarse –
- Mau – susurra y apoya su cabeza en mi hombro para quedarnos allí en silencio mientras el frío hace conmigo lo que le da la gana, aunque agradecía tener la chamarra puesta –

Después de calmarse, mi castaña me preguntaba cosas que quizás hubiese hablado con Horacio y en todas las pega, nos reímos y así iba calmándose, me duele verla así pero ella tenía derecho de saber la verdad aunque Horacio jamás hubiese tenido el valor de decírselo en la cara.

Un rato más tarde finalmente entramos a casa y caminamos hasta la sala, todos se quedan en silencio esperando alguna reacción pero nada, Layla se despide y sube a mi habitación, Alaia se despide de los chicos y fue detrás de Layla, mientras que yo me quedo un rato con ellos hablando hasta que se hacen las 12 de la medianoche y los chicos se van a sus casas prometiendo avisarme que llegaron con bien.

Después de cerrar la puerta me acerco a la sala y agarro las botellas, voy hasta la cocina donde las boto, dejo todo limpio y agarro un vaso para servirme coca-cola. Un rato después salgo de la cocina y camino hasta las escaleras, suena mi celular y me acerco para confirmar que Antonio y Darío llegaron a sus casas pero también había un mensaje nada común de Cecilia.

Cecilia Abbey:

¿Podemos vernos mañana? 10:58 p.m.

Pensé seriamente si responderle pero decidí que mejor no, bloqueo el celular y apago todas las luces, camino hasta las escaleras y subo para ir a mi habitación, al llegar entro y cierro la puerta y me quito la chamarra, voy al clóset por una pijama, camino hasta el baño donde me encierro y me cambio, me cepillo los dientes y salgo para acostarme con mis amigas, abrazo fuerte a Layla y Alaia también hace lo mismo, así nos quedamos dormidas las tres.



                                  **********

-¿No le respondiste? – pregunta Layla asombrada y niego comiendo –
- ¿Todo bien con ella? – pregunta Alaia a mi lado y volteo a verla, frunzo el ceño y asiento –
- Sí, hasta lo que sé sí – respondo y ambas asienten no muy convencidas – debo irme a clase – digo viendo la hora en el reloj de la sala –
- Vamos – dice Alaia y las tres agarramos nuestras cosas para salir de mi casa –

Nos despedimos y al abrazar a Layla me agradece todo, me alejo y niego para sonreír, le dejo un beso en la frente y cada una se sube a su coche. Dejo todo atrás y me pongo el cinturón de seguridad, prendo el coche y espero que salgan las chicas, primero se va Alaia, luego Layla y finalmente salgo yo para irme a la universidad donde todo será difícil sin mi amigo a mi lado.

Un rato después me estaciono en el puesto de siempre, apago el coche y me quito el cinturón  de seguridad, agarro mis cosas y respiro profundo, me bajo y le subo el seguro, me volteo y ahora sí a comenzar un nuevo día, esto es caótico ya extraño a Horacio, cruzo el campus y camino hasta mi facultad, voy hasta el salón donde veo clase y pido permiso para entrar, el profesor acepta y entro en silencio para caminar hasta mi puesto de siempre miro a un lado y me siento sola, suspiro y ahora comienza mi día sola.

-Hola – dicen a mi lado y me giro a ver –
- Hola – saludo y vuelvo la mirada a la ventana –
- ¿Puedo sentarme? – pregunta el chico y asiento sin mirarlo – ¿Cómo te llamas? – pregunta nuevamente y recuerdo que Horacio se fue de intercambio –
- ¿Eres el chico de Italia? – pregunto y asiente con los ojos brillando –
- ¿Cómo sabes? – pregunta y me cruzo de brazos –
- Mi amigo se fue para que tú vinieras – respondo y el chico asiente en silencio –
- Lo lamento mucho – dice y niego –
- Mucho gusto, Maia Montero – me presento y le ofrezco mi mano –
- Ángelo Fornelli, un placer – asiento sonriendo y detallo a Ángelo –

Es muy guapo, tiene los ojos marrones, cabello rubio, pecas en la cara, piel blanca, narizón pero aún así se ve guapo, alto, fornido y su sonrisa es muy bonita ligada con unos hoyuelos un poco visible, aparte de que se viste muy bien.

-Espero nos llevemos bien – dice y soltamos nuestras manos –
- Espero que sí – digo y llega el profesor para comenzar la clase –

                                     **********

Las horas fueron pasando y después de salir de clase le enseño parte de la universidad a Ángelo, nos reímos muchísimos y nos fuimos conociendo, me dijo que su familia lloró muchísimo cuando les dijo que se vendría por un año a Estados Unidos, me recordé de nosotros por Horacio, también que se sintió mal dejar a su novio y asentí más triste.

-Y la cafetería esta en nuestro edificio – digo entrando a la cafetería y el rubio asiente –
- ¿Comemos? – pregunta y sonrío para guiarlo hasta caja –

Ángelo pide de comer y yo sólo pido un café, pagamos y hablando esperamos nuestros pedidos unos minutos después, nos giramos y me tropiezo con Cecilia pero agradezco que no bote el café en su ropa, Cecilia me mira seria y siento pánico, trago saliva y la rubia voltea a ver a Ángelo.

-¿Me da permiso o se queda allí? – me pregunta mirándome seria y frunzo el ceño –
- Adiós profesora – me despido molesta y le paso por un lado para salir de allí –
- Me dio miedo – dice Ángelo y niego –
- Ella nos da clases, pero no te creas es buena profesora, sólo mantén silencio en los momentos adecuados y habla cuando te lo ofrezca y ya – digo y mi compañero nuevo asiente –
- Lo tendré presente – dice y nos reímos –
- Me caes bien Ángelo – digo y me mira sorprendido –
- Y usted a mi señorita Montero – dice imitando la voz de Cecilia y nos reímos para tomarme mi café y él comer –

Nací para amarte Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz