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-Hola preciosa – susurro después de que por fin el doctor me deja entrar a la sala de neonatos para cargar a mi hija – eres tan preciosa como él – mi voz se quiebra y una lágrima corre por mi mejilla – te prometo que nunca te faltaré y que donde esté papá siempre te va a proteger – suspiro y delineo su pequeño rostro – nos va a proteger, porque eso era lo mejor que sabía hacer Horacio con los suyos – le doy un beso y lloro en silencio mientras abrazo a mi hija –

Unos treinta minutos después tuve que regresarle a la enfermera mi hija, así que salgo de la sala y camino lentamente hasta la sala de espera donde están mis padres, papá se me acerca y me abraza, Maia se levanta y se acerca también mientras que mamá me mira triste.

-¿Podemos ir a ver si Antonio está bien? – pregunto y asienten –
- Vamos – dice mamá mientras se me pone del lado derecho y bajamos hasta la sala de espera, Maia viene detrás –

Maia se disculpa y se aleja cuando su celular comienza a sonar, bajamos hasta donde están los Lizcano y Amanda, unos minutos después llegamos y Miguel se levanta al verme, sonrío y agradezco mientras que me siento al lado de Amanda quien me avisa que Antonio ya despertó y sólo se vive llamando a Horacio, suspiro y volteo al escuchar pasos y veo a Maia acercarse cautelosa.

-¿Qué ocurre? – pregunto y niega –
- Era Cecilia para saber como estabas – responde suavemente y asiento –
- Saludos – digo y asiente para sentarse a mi lado y dejarme un beso en la sien –

Nos sentamos a hablar y les cuento lo preciosa que es Jade, Miguel y César se derriten así que dicen que pronto suben a conocerla, me rio y asiento, algunas veces me quedo en silencio mientras pienso en Horacio y otras veces Maia y Amanda me sacan conversación, hasta que papá me avisa que ya es tarde y que debemos ir a casa.

Casa, ¿Cómo podre regresar a nuestra casa? No he querido pensar en eso pero tengo tanto miedo de volver sin él, no sé si realmente tenga las fuerzas para seguir sin Horacio, volteo para ver a papá y Maia se levanta para que él se siente, miro a la nada y acaricia mi mano derecha.

-Ten tu tiempo para asimilarlo todo, por ahora puedes ir a nuestra casa que es tu casa – susurra papá y volteo a verlo con lágrimas en los ojos –
- No sé si pueda asimilarlo – susurro con la voz rota –
- Eres Losada y esta familia es valiente, además Horacio no querría verte así – me abraza y comienzo a llorar –
- Papá lo necesito tanto – susurro y me abraza más fuerte –

Unos minutos después me calmo y me levanto para despedirme de todos, le pido a mis padres ir a ver a Jade y aceptan gustosos, agradezco tanto que Maia no se separa de mí, aunque sé que luego cada quien va a su casa pero por ahora estoy agradecida de tenerla a mi lado. Subimos y Maia agarra mi manos mientras vamos a la sala de neonatos a ver a Jade, la enfermera me pide dejarle leche materna ya que me dieron de alta y a pesar de todo mi trauma, el hecho que amamante es algo sumamente importante así que aprovecho y lo hago.


Una hora después me despido de mi pequeña a lo lejos y me doy la vuelta para irme, papá me lleva de un lado y Maia del otro, mientras mamá está detrás de nosotros y así recorremos el hospital hasta la salida, vamos hasta el coche de papá y nos subimos.

-¿Maia a donde te llevo? – pregunta papá y Maia alza la mirada –
- A la casa Montero, por favor – pide y papá asiente para prender el coche –
- Gracias – susurro y me deja un beso en la frente mientras me apoyo de su hombro –
- Siempre hemos estado la una para la otra y esta no es la excepción – susurra y asiento –

Mientras papá maneja hasta la casa de Maia yo entrelazo nuestros dedos y así en silencio vamos en el coche, adelante va mamá con papá y sus manos van entrelazadas, por segundos papá voltea para ver a mamá y sonríe de lado, suspiro y miro a otro lado para no morirme un poco más.




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