9.

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Los exámenes finalmente pasaron y acabó el segundo período, ya después de días, comenzamos el último y por fin terminaríamos el año. En cuanto a mis amigos, todos excelentes notas, incluso aquellos que viven en fiestas los fines y de esos hablo sólo de Darío y Antonio. Antonio pobre Antonio terminó con Sofía porque ella tuvo que irse del país por el trabajo de su papá, a mi amigo le costó mucho aceptarlo. Darío estaba saliendo con una chica, ya no. Layla sigue soltera y dice que así se ve mejor, le aplaudo. Alaia dice no tener tiempo para noviazgos, que primero sus metas, admiro a esa niña por eso la amo. Y Horacio aunque se desvive por Layla todavía no tiene la valentía de decirle la verdad, pero tampoco se da la oportunidad con nadie, así que al menos yo no lo entiendo. Y luego estoy yo que muero por Cecilia pero no me gusta nadie más y eso realmente me frustra. En cuanto a Cecilia Abbey, de ella no sé que decir, la amo pero ya no hablamos mucho como antes y a veces creo que esta bien así. Hace dos días estuve en su casa y cuando llegó traté de evitarla pero se dio cuenta y era ella quién me evitaba a mí, incluso ahora que estoy en su clase, resoplo y miro por la ventana.

-Bueno chicos, ya saben quiero ese trabajo para el viernes – dice seria levantándose y suena el timbre – ahora no se vuelvan locos, no son ganados siempre se los digo – dice y todos ríen pero igual salen apurados –
- ¿Vamos a desayunar? – me pregunta Layla y asiento para levantarnos –
- Vale, tengo mucha hambre – respondo y se ríe para caminar delante de mí –
- Señorita Montero, quédese – dice Cecilia seria y trago saliva –

Layla me mira aterra por el tono de voz de la profesora y yo también debo tener una cara de terror porque eso es realmente lo que siento, pienso en sí hice algo malo pero de que yo sepa no, le hago una seña a mi amiga y ella asiente para adelantarse, Cecilia me pide cerrar la puerta y asiento para hacerle caso, camino hasta la entrada y cierro para girarme, me acerco al escritorio y espero a que ella termine algo en un libro y finalmente alza la mirada sonriendo.

-¿Hice algo profe? – pregunto titubeante y Cecilia se levanta como si fuera la reina de Buckingham y yo suspire suavemente, rodea el escritorio para apoyarse luego de eso se cruza de piernas y su traje de ejecutiva la hace ver aún más hermosa –
- ¿Tú qué crees Montero? – esa voz, maldita voz que me mata –
- No creo – titubee asustada y ella asiente para mirar hacia las mesas –
- No creo que yo te haya hecho algo para que me trates como una desconocida incluso en mi casa o que me evites Maia – susurra sin mirarme y siento vergüenza –
- Cecilia no pienses que hiciste algo – digo suavemente y voltea a verme –
- ¿Entonces? – pregunta y tengo temor de seguir aquí, sobre todo de decir algo que no es –
- Nada, mis hormonas – respondo y sonrío para tratar de convencerla pero no lo estoy logrando –
- ¿Entonces vas a tratarme el otro Lunes? – pregunta sin moverse del escritorio y asiento – Vale, puede irse Montero pero antes – no finaliza porque se levanta y se acerca a mí –

Cecilia me abraza y apoya su barbilla de mi cabeza, no es que yo sea pequeña pero delante de Cecilia soy una minion algo que no me causa gracia para nada, el timbre de entrada suena y nos alejamos para darnos cuenta que pasamos todo el recreo aquí y resoplo porque realmente tengo hambre.

-Anda a comer yo hablo con tu profesora para que te dé tiempo – dice y asiento –
- Gracias Cecilia – susurro sonriendo –
- Te quiero Maia – dice suavemente y mi corazón se dispara con esas tres palabras –
- Yo también Cecilia – digo más con tristeza que con alegría porque la verdad es que ella no me ve como la veo y eso me duele –

Arreglo mi morral en mi hombro y salgo del salón para caminar hasta la cafetería le hago señas a los chicos y ellos aceptan irse a sus salones así que pido algo de comer y un rato después busco donde sentarme y decido irme lo más lejos de la civilización estudiantil y al lado del ventanal, toda la felicidad en este momento sólo por esta soledad.

                                     *******

-Señorita Montero se salva que Abbey ya habló conmigo – dice la profesora Milena y viró los ojos –
- ¿Puedo pasar? – pregunto y asiente para dejarme entrar, cierra la puerta y camino hasta mi puesto –

Layla me ve interrogante pero decido ignorarla, es lo mejor para la poca paz mental que me queda, si puedo decir que me queda claro está. Las horas en la escuela fueron pasando hasta que sonó el último timbre y me despedí de todos para salir corriendo, así Layla no me pregunta nada, cosa que intentó al menos diez veces en dos recreos, al llegar a la salida veo el coche de mi abuela así que me acerco y me subo para saludarla, dejo mi morral atrás y me pongo el cinturón de seguridad, cuando alzo la mirada veo a Cecilia y hago un puchero pero al mismo tiempo recuerdo que mi abuela no sabe que Cecilia es mi profesora así que rezo para que no la vea.

-Hija – dice mi abuela en el camino – más nunca me hablaste de tu profesora de biología ¿se fue? – pregunta y niego –
- No abuela, pero luego del problema con mamá intento no decir nada – respondo y mi abuela niega –
- Anna siempre tan cabezota – dice y me rio – Arturo y ella son idénticos a su papá en eso – chilla y asiento pensando en el tío Arturo –
- Es verdad – digo y nos pusimos a reír –

Unos cuarenta minutos después llegamos a la casa que le toca a mi abuela hoy y nos quitamos los cinturones de seguridad, mi abuela agarra sus cosas, la ayudo y nos bajamos del coche, ella a pesar de su edad es muy activa y es algo que admiro demasiado de mi abuela, yo con quince años ya ni veo a veces.

Llegamos a la entrada y toca el timbre para ver al señor de la casa abrir, nos saluda pero también se despide para irse al trabajo, mientras que la señora va bajando las escaleras cuando nosotras entramos, saluda a mi abuela y luego me saluda muy cariñosa, algo que es gracias a mi abuela realmente.

-Bueno hija tú no hagas mucho – dice mi abuela y niego –
- Aquí estoy para ayudarte – digo y me miró unos minutos para rendirse mientras niega –

Así que me puso un par de tareas e hice gestos de militar pero enseguida agarrar lo requerido y voy a cumplir con las tareas que me puso mi abuela, la señora muy amable me pedía que fuera a todos lados con confianza pero eso a mi abuela nunca le ha parecido así que sólo acato la orden de Amelia y así estoy bien.



                                       ********

-Bueno Amelia gracias, toma tu pago – dice la señora y mi abuela sonríe amablemente –
- Gracias señora Geraldine – dice mi abuela y la señora niega –
- Dime sólo Geraldine, ya te he dicho Amelia – mi abuela se ríe apenada pero sé que no le hará caso – hasta luego Maia – se despide la señora y me abraza –
- Hasta luego señora Geraldine – se aleja y me ve sin expresión pero se rinde con nosotras y asiente para sonreír –

Nos despedimos y cuando vamos saliendo llegan los hijos de la señora Geraldine, nos despedimos todos y salimos para caminar hasta el coche, mi abuela se ve muy cansada. Así que al llegar a casa me despido de ella y le pido que vaya con cuidado a casa, me bajo del coche y la veo irse, busco mis llaves en el morral, me giro y camino hasta mi casa, abro la puerta de la entrada para luego entrar y cerrar.

Veo a mamá bajar sonriente y más feliz estoy yo de verla, hasta que se despide y se va a la guardia, hago una mueca y camino hasta la cocina, papá baja un rato después y me saluda. Hago la cena y una hora después estamos los tres en un sofá comiendo mientras vemos una serie. Un rato después de terminar, llevo los platos al fregadero y papá manda a Eithan a lavarlos, lo bueno de mi hermano es que no se queja con mis padres si lo mandan a algo, yo sí aunque igual termino haciéndolo.

-Hasta luego chicos – digo y ambos parecen zombis –
- Nos vemos – dicen al unísono y me rio para negar e irme –

Subo las escaleras y me encierro en mi habitación, pienso en todo lo que ha ocurrido en este año y la primera persona que pasa por mi mente es ella, me acuesto y resoplo, pero recuerdo la pijama así que me levanto y voy al baño a echarme una ducha. Un rato después salgo y me pongo una pijama para finalmente acostarme, suspiro aliviada y me arropo para abrazar una de mis almohadas, pensando y pensando me quedo dormida.






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Semanas después…

-No entiendo como este año ha pasado tan rápido – chilla Antonio y asiento –
- Caótico – susurro pensando que ya es octubre –
- Ya no falta nada para terminar las clases – dice Darío y muerde su hamburguesa –
- Lo bueno es que terminaremos este año – dice Layla y yo me quedo pensando en eso –

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora