16.

542 48 3
                                    

Maia Montero

Las semanas han ido pasando y en un parpadeo ya han sido dos meses desde que Cecilia regresó a mi vida, desde que Eithan nos presentó a Emiliana y desde que veo algo entre Mauricio y Layla. Con Emiliana nos hemos ido llevando muy bien, es una gran chica y ya amenace a Eithan que si le hace algo se la ve conmigo, primero se quejó pero luego me abrazó y se reía prometiendo que nada que ver, le creo. En cuanto a mis padres, mamá me ofreció volver pero no creo que ocurra, mientras que papá va todos los sábados a mi trabajo a tomarse un café y amo verlo allá.

En cuanto a mis amigos, Horacio ha estado muy enojado porque todo lo que hacemos Layla invita a Mau, y pues aunque lo entiendo, yo le advertí que le dijera la verdad a Layla y jamás quiso. Alaia esta con un chico llamado Miguel, se adaptó rápidamente al grupo y ahora sale muy seguido con nosotros, me hace feliz ver a mi amiga muy feliz con él. Antonio regresó a Baltimore hace un mes y lo celebramos por lo alto, ahora estudia igual que Layla Docencia. Darío nada a cambiado, el oso que estudia Derecho y que todos amamos, aún así no ha querido nada serio con ninguna chica y se le respeta. En cuanto a Layla no nos ha dicho nada más pero la cosa con Mauricio se ve muy seria y aunque me entristece por Horacio, me alegra por ellos, es caótico.

Con Lorena todo ha ido muy bien, cada día estamos mejor, aunque ahora Layla no puede verla, le tiene rabia y no sé porqué, de que yo sepa ellas se la llevaban muy bien, ahora ni la puede ver pero del resto con mi novia todo va de maravilla. Y Cecilia Abbey, pues nada, es sólo mi profesora, que a solas me sonríe pero cuando estamos con gente me ignora, no la comprendo, también ha habido más cenas familiares y al paso que vamos ya no saldremos de casa de Cecilia y eso me aturde la mayor parte de las veces.

-Los chicos se van a reunir ¿vienes? – pregunta Horacio y asiento –
- Sí, lo necesito, le escribo a Lorena y vamos – digo y mi amigo sonríe –
- Me adelanto al coche – avisa y asiento –

Le aviso a Lorena quien me responde enseguida para mandarle saludos a todos, bloqueo el celular y lo guardo para arreglar mi morral en el hombro, salgo de la facultad y camino el campus hasta llegar al estacionamiento, veo a Horacio apoyado de su coche con el celular y cuando nota mi presencia sonríe para guardar el celular.

-¿El bar de siempre? – pregunto y asiente –
- Si chiquita – dice y asiento –

Nos subimos a nuestros coches, dejo el morral en el asiento de atrás y me pongo el cinturón de seguridad, prendo el coche para dar marcha atrás y seguir a Horacio hasta el bar, prendo la radio y va sonando una canción que me quita las ganas de todo.

“Y que sigas tranquila, mientras yo sigo ahogando la pena que siento en un mar de tequilas, yo seré ese borracho que cuenta tu historia de esquina en esquina, porque para el mal de amores no existe la cura ni la medicina”

Agradecí que unos minutos después acabó la canción y seguí el camino hasta que llegamos al bar y me estaciono al lado de Horacio, me quito el cinturón y respiro profundo para apoyarme del claxon unos segundos, saco la llave y me bajo del coche, me acerco a Horacio quién me ve preocupado.

-¿Todo bien? – pregunta y asiento –
- Entremos – digo y asiente para pasar su brazo por mis hombros y paso mi brazo por su costado para rodearlo –

Al entrar búscamos con  la mirada a los chicos, los encontramos sentados al fondo y sonreí para acercarnos, todos se levantaron y nos abrazamos, y aquí junto a mis chicos me siento tranquila, sólo éramos nosotros seis sin externos y así somos felices juntos.

-No puedo creer que vamos a beber desde las 2 de la tarde – digo negando y Darío se ríe –
- Si me dicen desde las 6 de la mañana le entro – dice el castaño entre risas y todos asienten –
- Son una mala influencia – digo entre risas –
- Eso dice mi mamá de mí – comenta Antonio y más nos reímos –


Nací para amarte Where stories live. Discover now