Capítulo 34.

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Los dedos de sus manos apretaban con más fuerza de la necesaria el mango del paraguas, llovía desesperadamente, y sin saber muy bien por qué, ella se encontraba frente aquella casa que conocía tan bien, donde había pasado tardes enteras de su infancia y adolescencia riendo junto a una de las personas más importantes en su vida.

Entró con pasos pesados por el antejardín hasta quedar frente a la puerta donde cerró el paraguas y notó lo rojas que tenía sus manos por el exceso de fuerza usada para mantener el paraguas y que se empeoraban por el frío.

Cuando la mujer pelinegra se asomó por la puerta una extraña sensación de "volver a casa" invadió su inquieto corazón, una tímida sonrisa se dibujó en su rostro mientras quien le recibía se llevaba una mano al rostro con una notable expresión de sorpresa.

- Oh Dios mío... Lauren... - Susurró la voz al otro lado de la puerta.

- Hola Sra. Jenkis... - Murmuró agachando un poco la cabeza.

La última vez que la ojiverde había visto a la madre de su mejor amigo había sido hacía unos meses cuando se celebró el primer año de muerte del soldado. Aquel día, que bien podía recordarlo, no había aguantado hasta el final de la ceremonia para irse antes de tiempo junto a Camila.

- Venga, entra, estás goteando. – Dijo la mujer rápidamente.

Sus ojos esmeraldas detallaron el lugar descubriendo que nada había cambiado desde la última vez que había visitado la casa de Cameron. Las fotos seguían en el mismo lugar, las paredes seguían siendo del mismo color y el sofá seguía en el mismo sitio.

- ¿Quieres café? – Ofreció la pelinegra.

- Por favor...

Martha Jenkis había sido como una segunda madre para ella, Lauren podía recordar infinidad de días que pasó en aquella casa junto a Cameron, jugando, riendo, estudiando, planeando cosas, entrenando, cenando o simplemente cultivando aquella fuerte amistad que tenían.

Se sorprendió a sí misma al ver cómo luego de la muerte de su mejor amigo ella había perdido el contacto y comunicación con la familia del alto pelinegro.

- Hace mucho tiempo que no sabía nada de ti querida... - Sonrió levemente Martha.

- Lo sé Sra. Jenkis... Yo... - No pudo terminar la idea.

- Lo entiendo Lauren... Lo entiendo.

Abrió rápidamente los parpados intentando negar fuertemente con la cabeza mientras un dolor comenzaba a apoderarse de su pecho, se repitió varias veces que no debía llorar frente a la madre del soldado.

- ¿Camila y tú tuvieron un hijo, no? – Sonrió nostálgicamente la mujer.

- Sí... Le hemos llamado Cameron...

Apartó su rostro evitando el contacto visual directo. Aún se sentía destrozada por haber perdido a su mejor amigo, por no haberlo podido ayudar y no haber estado en su funeral.

- ¿Cómo es él? – Murmuró Martha.

- Es el niño más hermoso del mundo. – Sonrió ampliamente volviendo a mirar a la mujer. – Tiene el cabello castaño oscuro, las pestañas largas, la nariz respingada y unos ojazos verdes impresionantes.

- Veo que estás encantada con él, me alegro tanto... - Le sonrió levemente.

- Yo Sra. Jenkis...

Amor inmarcesible. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora