Capítulo 38.

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Una semana después Camila volvió a la consulta de Sara Mayer, ésta vez ya evaluada por un psiquiatra, el cual luego de una larga sesión le había confirmado el diagnostico que ambos psicólogos habían llegado a decirle a la arquitecta y, como bien se lo había explicado la mujer de rizos, el médico le había dejado unos antidepresivos que debía tomar por un tiempo hasta que en los siguientes controles él finalmente decidiera suspenderlos.

La primera vez que sus ojos habían leído la caja del medicamento, Prozac, y sacado una pequeña píldora de color blanco con verde sus piernas habían temblado... A la edad de 24 años jamás se imaginó estar en tratamiento por una enfermedad que antes sólo creía que les pasaba a las personas que eran débiles de carácter o aquellas que querían llamar la atención... Había estado tan equivocada al pensar que la salud mental era un tema menor.

- ¿Has notado algún cambio desde que estás con el medicamento? – Preguntó con sincera preocupación Sara.

- No la verdad... Bueno, por las noches puedo dormirme un poco antes de lo que solía.

- ¿Ya has vuelto al trabajo?

- Sí... Aunque he hablado con mi jefe luego de que el psiquiatra me diera un documento de resguardo sobre mi depresión...

Hizo una mueca frente a la palabra, ya que aún se le hacía un poco difícil saber lidiar bien con aquello.

- ¿Has hablado de ésto con alguien más? – Rompió el silencio la psicóloga.

- Con mis padres, con Dinah... Con mi jefe por obvias razones.

- ¿Te sientes cómoda hablando de ello?

- Bueno, claramente son personas con las cuales tengo confianza... Saben todo lo que tuve que vivir durante el final de mi embarazo y el parto... Supongo que logran entenderlo.

- ¿Y tú lo entiendes?

- ¿A qué se refiere? – Dijo confundida.

- ¿Sigues culpándote de todo?

- Yo...

Era verdad que con sabiendo ahora que quizás todas sus acciones habían sido fruto a lo que estaba sufriendo su mente había logrado calmarse un poco, sin embargo, algo tan sencillo como que algunas personas le hubieran dado nombre aquello y estar tomando la medicación por unos días no haría desaparecer de forma mágica lo que llevaba más de un año sintiendo y pensando.

- Pues la verdad... Sí. – Dijo objetivamente.

- Camila... ¿Sabes que el trabajo para dejar todo ésto atrás será casi exclusivamente tuyo?

Claro que lo sabía, pero cómo podía mantener su mente en orden cuando lo único que deseaba era ver a su hijo, llevaba tres semanas, tres largas semanas sin poder abrazar a su pequeño, sin oír los monosílabos que Cameron dejaba escapar de su boca, sin leerle cuentos antes de dormir.

El llanto comenzó tan rápido y silencioso que Camila se preguntó realmente si estaba llorando, lo confirmó cuando Sara le miró con una expresión de tristeza.

- Le extraño mucho... Yo sólo quiero ver a mi hijo.

- ¿Has hablado con Lauren?

- No...

- ¿Por qué?

Se mordió los labios al no saber la respuesta concreta a la pregunta, no era por el simple hecho de que estaba aún muy dolida porque la soldado no le dejara ver a su hijo, si no que existían más razones... Y una de ellas era que Camila se sentía muy arrepentida de cómo había tratado a Lauren durante los últimos meses de su matrimonio.

Amor inmarcesible. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora