Segunda Parte: Viejo y nuevo VIII

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BADRU

El muchacho nunca pensó que haría algo tan extraño, es decir, estaba entregando un cuerpo aparentemente muerto a otra persona para que lo guardara por unos días. Y si Tumaini oyera el resto de la historia... sin dudas, no le creería. Por suerte, no necesitaba que lo hiciera, pues bastaba con que cumpliera el favor que le había pedido.

Cuando tocó su puerta, sólo se topó con su amigo. Entraron y lo ayudó a guardar el cuerpo en un depósito al que su mujer no frecuentaba seguido, quien, por cierto, había salido al pueblo a comprar frutas por orden de su marido. Es que no quería que lo viera en esa situación tan sospechosa, como si estuvieran encubriendo un asesinato. Bueno, tranquilamente podría ser, pero Tum debía tener mucha fe en Badru como para confiar en su palabra. Después de todo, los dos siempre habían sido buenos chicos.

Luego de que todo quedó listo, casi ni se despidieron.

En cuanto Badru dio sus primeros pasos, se cuestionó a dónde iría a continuación.

—Si yo fuera Seneb, ¿cuál sería mi lugar favorito en el mundo para, probablemente, meditar y reflexionar?

Luego de pensarlo un rato, tuvo una iluminación. ¿Cómo no se había dado cuenta? Seneb era un hombre solitario, por lo que estaría alejado de la gente. Y su palabra favorita era estrellas, el techo que jamás se le había negado. Estando bajo ellas, había presenciado momentos de paz... En definitiva, era un sitio ideal. El único problema era que el cielo abierto era extenso, demasiado extenso.

¿Qué tan lejos podía ir un viejo?


Eclipse Rojo (Luna Negra II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora