Tercera Parte: Nuevos reyes XXXI

1 0 0
                                    

AMUNET

— ¿Y quiénes los controlarán? —cuestionó Amunet refiriéndose a los presos.

—Ya he hablado con los hombres de Hondo que no partieron a la batalla, y con algunos de los mios también.

—Entiendo que no todos estén preparados para luchar, o que se necesita que desempeñen otros roles, ¿pero que estuvieron haciendo mientras los hicsos tomaban Bubastis?

—Manteniéndose en secreto, como siempre.

— ¡Pero deberían haber intentado algo! Lo que fuese.

— ¿Qué iban a hacer? Son pocas personas y algunos están demasiado enfermos como para efectuar una maniobra tan heroica.

— ¿Podrán con este trabajo?

—Eso creo, al menos hasta que lleguen los demás en un día.

Atum ya se estaba poniendo y comenzaba a levantarse una agradable brisa mientras caminaban por la ciudad.

—Entonces nada nos impide que continuemos —dijo Kafele.

—De hecho, sí hay algo: Badru.

— ¿Qué con él? ¿No le hablaste ya?

—Lo hice, pero me quedaba discutir contigo qué será de él. ¿Dónde vivirá? ¿Qué hará?

—Eso dependerá de él y de lo que quiera hacer.

—Después de que arreglemos todo, nos asentaremos en Tebas, ¿no es así?

—Así es.

—Podría ser la voz del pueblo, tal como dijimos, y, mientras no confía tanto en nosotros, nos daría ideas para ganarnos sus corazones y su lealtad.

—Sí, puede ser.

— ¿Y qué haría aquí mientras nos vamos? —exclamó Amunet más para sí misma que para él.

— ¡Por todos los dioses! ¿Por qué haces tantas preguntas?

—Lo siento —se disculpó ante su repentina irritación, aunque lo comprendía —, pero debemos empezar a cuestionar todo, pues las decisiones más importantes residen en nuestras manos de ahora en más.

—Lo sé, lo he estado implementando durante años, mas los cuestionamientos se realzan con calma y habiendo pensado antes, pues la respuesta puede estar debajo de tus narices. A ver, razona en voz alta.

—Emm... está bien. Veamos. Badru no podría venir con nosotros por razones obvias y, por razones obvias, no vigilaría a los hicsos porque, si alguno se rebasara, no sería capaz de castigarlo. Tampoco va a dar órdenes a nadie porque no tiene autoridad.

—Resumiendo: tu novio no tiene ninguna habilidad.

—No es mi novio, y cállate. Como venía diciendo —prosiguió como si nada —, lo que Badru hace mejor es ser amable con las personas. Podría elegir a uno o dos niños pequeños y llevarlos a pasear para que se encariñen con la tierra.

—Buena idea, ¿pero no te olvidas de algo?

—Del idioma, lo tengo, pero, si son de dos años, no hablarán mucho de por sí. Además, esos pequeños probablemente nunca conocieron el país de sus padres. En fin, él se las manejará.

—Está bien. Si tu confías en él, no hay más que agregar.

Luego de buscarlo un poco, lo encontraron en las puertas del templo de Bastet y le informaron su nueva tarea, con la cual parecía contento, especialmente porque serviría para algo.

Eclipse Rojo (Luna Negra II)Where stories live. Discover now