Tercera Parte: Nuevos reyes XXVII

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KAFELE

Kafele debía admitirlo: ahora que una gran carga había sido quitada de su espalda, se sentía más... humano. Es como si volviera a tener sentimientos otra vez, ya que los que experimentaba antes no eran puros, estaban manchados por el negativismo, el odio y el miedo, los cuales sí, eran sentimientos, pero no de esa clase que generaba... algo en las personas. Algo sencillo que los guiaba a vivir su día a día con... sencillez. Estaba tan fuera de sí mismo que no le salía expresarse con otras palabras; él también estaba siendo simple. Supuso que los dioses querrían que fueran ambas cosas: hombres y dioses, pues, si no, ¿por qué no habían bajado ellos a ocuparse de los problemas de su país? No porque no pudieran, sino porque no era lo correcto.

En fin, lo que realmente necesitaba plantearse era el hecho de que algunos aspectos de su alrededor comenzaban a irritarlo más de lo normal. Y con aspectos se refería a Badru y sólo a él. Él era como un insecto. El problema residía en que pasó de ser una hormiga silenciosa a una mosca zumbadora, aunque en su mente, porque el chico no había tenido más transformaciones que las que provocaba su relación con Amunet.

Por los dioses, su cabeza estaba tan llena de dudas que necesitaba aclararlas en voz alta. Necesitaba que alguien se las aclarara, ¿y qué mejor que un hermano para eso? Otro asunto que discutir. Era muy extraño porque ya no veía a su compañera como solía hacerlo. Quizás, ahora su visión era otra, o él había estado confundiendo la relación todo el tiempo. ya que, al fin de cuentas, no sabía nada de ninguna clase de amor; todavía estaba aprendiendo.

En cuanto la noche se cerró, todos requerían de una recompensa por la excelente velocidad que habían conseguido. Además, el destino estaba cerca. Seguramente, para el primer día del año ya habría nuevos reyes en el trono, tal como la profecía lo había predicho.

El único que se fue a dormir rápido fue Badru, por lo que Kafele pudo aprovechar la oportunidad para charlar con Amunet.

—Amunet, ¿te has sentido diferente desde la fusión?

— ¿Sí? Quiero decir, los tres somos diferentes ahora. No puedes esperar que algo como esto sucediera y que no nos afectara —Hizo una pausa y lo miró a los ojos: —. Pero Zaid Ziyad no deja que nada le afecte.

—Pero no... yo no...

Se le revolvió el estómago completo y se mareó un poco. No estaba confundido. No, todo lo contrario: aprobaba su propia de decisión. Sólo que le asustaba.

—No quiero seguir llamándome Zaid Ziyad. No es quién soy.

—Mira: somos nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Somos lo que heredamos, lo que hacen de nosotros, pero también somos nuestras decisiones. No está mal que elijas representarte con tus elecciones.

—Esa es la cuestión: no siento que sea el mismo hombre que tomó esas decisiones.

—Es porque, al fusionarnos, le diste una oportunidad a Kafele para que renaciera. Tendrán que aprender a convivir.

— ¿Cómo voy a poder ser los dos?

—No lo serás. ¿Recuerdas la definición que te acabé de dar?

—Sí.

—Bueno, puedes deshacerte de ella si lo deseas. Sólo tú puedes optar por lo que quieres ser. Sólo tú permites que todo lo demás te afecte. Simplemente debes elegir sabiamente.

—Entonces...

—Serás una persona distinta: una que es apta al cien por ciento para gobernar la nación más grande de la tierra.

—Eso espero.

—Y es exactamente lo que vamos a hacer: esperar. No hay otra alternativa.

Kafele le agradeció con una simple mirada y se separaron. En realidad, ella fue directo a Badru, quien, después de todo, no dormía. Comenzaron a charlar en voz baja sobre un tema que sólo los dioses conocían.

Por alguna razón, a él no le importó, pues su mente tenía sus propios asuntos que resolver. Todo lo que Amunet le había dicho y todo lo que había aceptado para lograr la fusión, eran sentimientos reales, no los había inventado para salvarse del momento. Pero sentir y asimilar son cosas diferentes.

Con el tiempo lo lograría. Con el tiempo... tal como diría Seneb.

Eclipse Rojo (Luna Negra II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora