Capítulo 2

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—¡Mierda! —gritó Jackson furioso, lanzando su celular contra la pared más cercana.

—Bro, ¿qué sucede? —preguntó Mark, levantando el aparato y revisándolo.

—Jennie —respondió con simpleza.

Seis letras que encerraban todos sus problemas. Jennie. Jennie. Siempre era Jennie.

—¿Pasó algo entre ustedes? —preguntó—. Últimamente los noto fríos y distantes. Es más, cuando viene al club con su amiguita solo piden la droga y se pierden, ya no me pregunta por tí.

Sin contar que tampoco contestaba sus llamadas y que lo ignoraba la mayoría del tiempo que estaban juntos. Algo entre ellos estaba mal, eso estaba claro, y Jackson lo sabía, él no era ningún idiota.

—Creo que quiere terminar conmigo —confesó, preocupado.

Aún no se lo había dicho, pero no era necesario ponerlo en palabras para que fuese obvio. Jackson sabía que lo pensaba, tal vez simplemente estaba asustada de decírselo.

Mark lo miró a los ojos y no dijo nada, manteniendo su actitud de buen amigo que escucha sin juzgar.

—¿Qué debo hacer? —preguntó casi desesperado.

Su mejor amigo sólo se encogió de hombros, sin saber realmente qué aconsejarle en una situación así, por la falta de experiencia que tenía él en cuanto a problemas amorosos se tratara.

—No puedo darte consejos de amor porque estoy enamorado de mí mismo y llevo una relación sólida de ya veintitrés años —respondió con seriedad y Jackson puso los ojos en blanco como respuesta—. Pero sí puedo decirte que tienes que reavivar alguna llama.

So funny, yo sé.

—¿Y qué "llama" se supone debo reavivar?

Lo único "avivado" que existía entre Jackson y Jennie era una única cosa: sexo. Aparte del sexo, de esos momentos mayormente rápidos y desesperados por saciar el hambre de sexo que unos jóvenes de su edad podrían tener, digamos que no había otra cosa buena.

Y como si fuera poco, esa única cosa, es decir el sexo, ya no era lo mismo. Había cambiado, y tal vez se debía al cambio entre ellos. Jackson podía jurar que la última vez que habían estado juntos, Jennie fingió llegar al orgasmo. Su masculinidad estaba hecha trizas, ni hablar de su orgullo.

—¿Sabes algo? —exclamó molesto, poniéndose de pie—. Le voy a dar lo que quiere, la voy a dejar —sentenció.

Pero Mark suspiró cansado y lo tomó del brazo, mirándolo fijamente a los ojos.

—Suena bien, pero no es lo que yo haría si fuese tú —alzó una ceja.

—¿Puedo saber por qué?

No quería perder a Jennie, porque a pesar de no estar enamorado de ella, le gustaba mucho. Mucho mucho, demasiado. Era casi una enfermedad de la cual él no estaba al tanto aún.

Y es que el sexo era genial, todos en el club la querían. Jennie era sexy, hermosa, elegante y divertida.

Pero lo más importante, Jennie era suya, de nadie más.

Aunque debía admitir que no estaba de ánimo como para luchar con algo tan estúpido como lo era una relación. Si quería podía tener docenas de chicas incluso más lindas que Jennie, y que matarían por ser su pareja.

—Todo el club sabe que algo va mal entre ustedes —explicó Mark—. Todas las noches se habla de ustedes dos, de si estarán solteros o qué habrá sucedido, creando historias que solo existen en sus mentes. Como ya te dije, ella actúa indiferente a tí y todos se dan cuenta de eso.

Ah, a Jackson lo sacaba de quicio escuchar eso. ¿Cómo podía Jennie ser indiferente a él? La odiaba, sacaba lo peor de él.

—Ya sabes que sucederá si nosotros rompemos... —murmuró con una sonrisa, dándole escalofríos a Mark.

—Si. Ya sé —respondió el, bebiendo todo el contenido de su vaso con whisky.

Claro que sabía, ya lo había vivído.

Hace un tiempo, dos años o algo así, Jackson y su novia de aquel entonces, habían decidido terminar la relación de pareja que los unía. Su nombre era Sana, era una hermosa jovén que había recientemente llegado de Japón junto a un pequeño grupo de amigas.

Por razones como las que estaba atravesando nuevamente con Jennie, es decir de desgaste, Sana decidió terminar con la relación.

Lo que Sana no esperaba, era que luego de pronunciar aquellas palabras, su vida se convertiría en un infierno.

Era constantemente acosada en todos los lugares a los que iba. Era como si su rostro circulara por la televisión, insitando a que gente desconocida la tocara, le dijera cosas horriblemente sexuales, faltándole el respeto y asustándola.

La querían los hombres, las mujeres, parejas, todos querían pasar al menos una noche junto a ella. ¿Qué había sucedido para que todos estuvieran así de desesperados? Sana no lo sabía.

Y, ah, pobre Jackson. Él no podía hacer nada.

—Lo siento, nena, ésto está totalmente fuera de mi alcance —le dijo en aquel entonces cuando ella corrió hacia él, desesperada, en busca de ayuda—. Supongo que se instaló algún rumor... Lo siento.

Sana dejó de concurrir a ese club y a frecuentar otros, pero ya era muy tarde. Todos la conocían. No era Sana. Era la ex novia de Jackson, esa de la cual se comentaban cosas increíbles.

Fue tan violenta la situación, que Sana se vió obligada a abandonar Corea e irse a vivir a los Estados Unidos.

—No quiero que a Jennie le suceda lo mismo —se encogió entre sus hombros, hablando con Mark, quien se llevó las manos a la cara, suspirando.

—Te dije que no deberías haber hecho ésto de nuevo... —se lamentó Mark—. Pero ya está hecho —resopló, entendiendo que él no era más que un amigo de Jackson y que, por mas que lo intentara, nunca podría controlar los actos del pelinegro—. Míra —le tendió una tarjeta.


"BamBam"
Aphrodite's Antro
Bussines Contact: *** ** *** **

Jackson lo miró expectante. ¿Qué se supone que debía hacer con esa tarjeta?

Aphrodite [JenLisa]Where stories live. Discover now