Las horas en el club transcurrieron con una anormal velocidad para Lisa, por ende, cuando el reloj marcó su hora de salida; las 2:10 am, la pelinaranja se bajó del escenario repleto de sus compañeras y se escabulló hacia los camerinos.
Allí hizo lo de siempre; cambio de ropa: fuera baby doll, hola jeans sueltos y hoodie, maquillaje: adiós toneladas de productos que sofocaban su piel, hola crema hidratante.
Ató los cordones de sus Converse y, luego de colgarse la mochila a los hombros, salió por la puerta trasera del club, la puerta de servicio.
—Diviértete, Liz —habló BamBam, asustandola.
Si bien no le gustaba la idea de que Lisa se fuera; no en ese momento en el que el club parecía querer explotar de tanta gente que había en su interior, sabía perfectamente cuántos favores le debía a la tailandesa.
Nunca le había generado ningún tipo de problema, y las veces que necesitó de su buena disposición, Lisa siempre puso lo mejor de sí.
—Gracias —le sonrió Lisa y cerró la puerta detrás de ella, sumergiéndose en ese mar oscuro de silencio y oscuridad que representaba ese barrio comúnmente llamado "rojo".
Caminó con las manos en los bolsillos, y se apresuró a salir de allí. A pesar de tener más de dos años circulando esas zonas, nunca perdía el miedo y el nerviosismo que le causaba caminar sola por ahí.
—¡Hey!
Una voz ronca y turbia salida de la oscuridad, hizo que sus cinco sentidos se pusieran en alerta, erizándole la piel y acelerándole el corazón, así como el paso.
—¡Heeeey! —volvió a llamar dicha voz.
Ella simplemente bajó la mirada y siguió su camino, hasta que otra voz, esta vez una mucho más cálida, le habló, también erizándole la piel, pero en un buen sentido.
—¡Lili!
Se encontró a Jennie adentrándose en esas calles, y la tailandesa vió rojo.
—¡Jennie! —corrió hacia ella, y tomándola de la mano, se apresuró a alejarla de esa zona lo más rápido posible—. ¿Qué haces aquí? ¿Acaso estás loca? —susurró, sintiéndose un tanto paranóica y mirando hacia todos lados.
¿Cómo se atrevía Jennie a ir a un lugar como ese? ¿Acaso no veía que era una princesa? Una hada bella y delicada, que merecía ser tratada como tal.
—Perdón —respondió la morena, sorprendida y un poco decepcionada, pues había pensado que a Lisa le gustaría ese gesto de su parte —. Es un poco...fea, la zona —asintió—. Jisoo y Rosé no querían que viniera, pero están tan embobadas la una con la otra que me escapé sin que se dieran cuenta.
Lisa la miró de reojo y le sonrió.
—Gracias, Jen —agradeció—, pero no quiero que vengas nunca más por aquí.
Tragándose las preguntas y palabras que tenía para decir, Jennie supo callar y dedicarse a nada más que asentir.
Así como Lisa no quería que ella se acercara a dicha zona, a Jennie tampoco le agradaba la idea de que la pelinaranja caminara por allí sola a horas de la madrugada todos los días. Pero no se lo diría, creyó que no tenían tanta confianza como para recriminarse algo, y mucho menos relacionado al trabajo.
—Hace frío —susurró la morena, abrazándose a sí misma en un vago intento por abrigarse un poco más.
Era septiembre, y en esa parte del mundo el clima se tornaba descabellado, unos días te morías del calor, pero se escondía el sol y el frío te hacía its bitch. Jennie se arrepintió de haber salido con nada más que una camiseta mangas largas de algodón.
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Aphrodite [JenLisa]
FanfictionCuando Jackson Wang, el novio de Jennie Kim, propuso integrar un tercer integrante a la pareja para "salvar la pasión" de ésta, nunca imaginó que la encargada de darle placer a su novia resultaría siendo ella, Afrodíta, reina del amor y la belleza.