Capítulo 46

7.2K 917 677
                                    

Abrió los ojos y se arrepintió instantáneamente de haberlo hecho. ¿Por qué la luz era tan fuerte?

Los volvió a cerrar y respiró hondo. Le dolía respirar, le dolía toda la parte debajo de sus pechos.

Bajó su mano instintivamente para palpar la zona, pero fue detenida por el oxímetro que tenía colocado en la punta de su dedo índice, y el suero intravenoso que tenía inyectado poco más arriba de la muñeca.

Abrió los ojos otra vez, maldiciendo a la luz que prácticamente la cegaba, que le impedía ver con claridad, y lo primero que hizo fue sacarse el broche del dedo.

Veía todo blanco a su alrededor. ¿En dónde estaba? Cerró los ojos y volvió a dormirse.

Cuando los abrió, segundos, minutos, horas o días después, volvió a sorprenderse al ver todo blanco a su alrededor. No podía enfocar su vista... ¿Dónde estaba?

Sonrió.

«Después de tantos malditos años...» rió, feliz. «Espera...¿en el cielo también se puede maldecir?».

Woah, el cielo era distinto a lo que ella imaginaba. Pero estaba bien. Estaba tranquila, no le dolía nada y se sentía en paz.

Volvió a sonreír.

Pero entonces sus oídos comenzaron a molestarle. ¿Qué eran esos ruidos? Aah, sus oídos comenzaron a doler.

Haciendo fuerza y queriendo gritar del dolor que la atravesaba, abrió los ojos por tercera vez.

Las luces blancas parecían querer dejarla ciega, y los sonidos se hacían cada vez más ensordecedores.

Cuando su vista por fin se enfocó, quiso llorar.

No estaba en el cielo, estaba en una cama de hospital.

El sonido se alejó hasta que ya no pudo oírlo más. El silencio volvió, y Lisa no pudo estar más agradecida.

Quiso levantarse, pero sintió mil puntadas en la cabeza ante el más mínimo movimiento. <Mierda>. Sus manos descansaban sobre su vientre, y tenía dos artefactos conectados en ella, un oxímetro en su dedo índice, y las vías intravenosas arriba de su muñeca.

Cerró los ojos por otro momento y respiró profundamente. El dolor volvió, y los recuerdos también.

Era como si se pudiera ver a ella misma, tirada en el suelo en posición fetal, llorando del miedo y del dolor que sintió en ese horrible momento. Y ese hombre...los golpes que le había dado. Su cuerpo temblaba ante el mero recuerdo.

—¡Señorita Manoban! —la enfermera, una mujer mayor y sonriente, ingresó a la sala—. Qué alegría que se haya despertado —bajó su tono de voz y se acercó a ella con rapidez para sacarle el oxímetro y también las vías intravenosas—. Dígame, ¿cómo se siente?

Lisa no respondió, y la enfermera procedió a realizarle el chequeo típico en su situación, siempre sonriéndole, mientras la menor la miraba fijamente a los ojos.

—¿Usted recuerda cómo se llama? —preguntó al haberse cansado del silencio de la chica—. Ó...¿qué le pasó? ¿Puede usted recordar algo?

Lisa abrió la boca para responderle, pero la tenía muy seca, y por ende comenzó a toser. La mujer le alcanzó un vaso con agua y la ayudó a beberlo, pues, le temblaban las manos.

—Me llamo Lisa —respondió con voz débil y rasposa. Tomó una respiración profunda y continuó—. Y me golpearon...por eso estoy aquí —tosió y volvió a beber otro poco de agua, siempre con ayuda de la enfermera—... Creo —añadió.

Aphrodite [JenLisa]Where stories live. Discover now