Aphrodite [JenLisa]

Capítulo 36

—¿Qué cosas le gustan a Jennie y cuáles no?

Lisa estaba sentada en una de las banquetas altas que usaban comúnmente en la barra de desayuno, pero en éste caso frente a la mesada de granito, en la cocina, ya terminando de preparar el almuerzo, en éste caso; kimchi con arroz, a pedido de Rosé, quien estaba de pie a su lado, observándola preparar esa delicia de comida y ayudando en lo que Lisa le pedía.

—Mmh... —pensó la pelirroja—. Le gustan las comidas picantes pero no taaaan picantes...la cerveza bien fría, champagne Don Perignon...no le gusta mucho la pizza, pero si es lo único que hay para comer, no se hará mucho problema en comer una porción.

Lisa asintió y Rosé comenzó a llevar la comida a la mesa que se encontraba al lado de la barra de desayuno, esa que era de cristal y que apenas usaban.

—Hola —Jennie apareció en el momento justo, entrando al departamento con las manos ocupadas, pues, en la derecha traía un bolso de cuero negro con una "ventanita", sí, ahí se encontraba durmiendo el pequeño Leo. En la izquierda traía una bolsa con un logo de una Pet Shop, sumado a las llaves de su auto y las tarjetas del departamento. Y no en sus manos, pero sí en su espalda, traía su mochila Chanel.

Dejó la bolsa sobre la encimera de la cocina y siguió de largo, para dejar la cat-carrier en el sofá, abriéndola y sonriéndo al ver que Leo ni se inmutaba, al parecer estaba muy cómodo y calentito allí dentro.

—Ven a comer —dijo Rosé, sentándose frente a Lisa, lista para devorar esa deliciosa comida. Jennie respondió un "voy" y fue rápidamente a la cocina, a lavarse las manos con agua y jabón para luego ponerse desinfectante.

—Hola... —susurró para su novia, sonriéndole como tonta y tomando su tibio rostro entre sus manos frías para darle un beso tierno y suave.

—Ya empezaron con su "gay shit"... —ella siempre tenía algo para decir, aunque claro, ni Jennie ni Lisa se enojaban, pues ya sabían que la pelirroja lo decía en broma—. Gracias Dios por ésta comida, Amén —dijo veloz y se lanzó a devorar todo lo que estaba en su plato, y lo que no también.

—¿Por qué estás aquí y no descansando en la cama? —preguntó Jennie, totalmente ignorando a su mejor amiga—. Y...¿te bañaste? ¿Cómo lo hiciste? —al parecer había notado el pelo húmedo de la pelinaranja.

—Yo la bañé, y ayer también —dijo Rosé, con la boca llena de comida—. ¿Por qué?

—¿Cómo que tu la bañaste? —preguntó indignada y Lisa puso los ojos en blanco.

—Claro, le saqué su ropita, la metí en tu ducha y le enjaboné su cuerpito... —el uso del diminutivo solo enojaba más a Jennie.

—¿Y desde cuándo crees tú que tienes ese derecho? ¿Ah? ¿Desde cuándo, Roseanne?

Y Lisa sabía que era broma, Rosé solo la había ayudado a llegar al baño, que gracias a la benda y a los analgésicos ya podía caminar...con cuidado, pero podía.

—¿Y desde cuándo crees tú que tienes el derecho de decidir quién toca a Lisa y quién no?

Los ojos de Lisa se movían como mirando un partido de tenis; de derecha a izquierda, de Jennie a Rosé. Cuando vió cómo se le marcó una venita en la frente a Jennie, supo que debía intervenir...pero también debía admitir que era interesante ver cómo le daban celos y cómo reaccionaba la morena ante éstos.

—Desde que le pedí que fuese mi novia, desde ese momento, idiota —dijo furiosa y se puso de pie, yéndose a su habitación.

Rosé miró sorprendida a Lisa, no le había dicho nada de eso, y luego sonrió ampliamente.