Capítulo 48

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Recogió su cabello en un moño suelto e improvisado, asegurándolo con la goma negra y de apenas uno ó dos centímetros de ancho que llevaba siempre en su muñeca izquierda, acompañada por las joyas de turno.

Abrió el refrigerador de dos puertas y lo inspeccionó, pensando qué podría desayunar, pues tenía mucha hambre, y ¿cómo no? Si hacía semanas que se venía alimentando horriblemente, comiendo únicamente cuando su estómago rugía, pidiéndo por algún alimento.

No tenía casi nada, solo dos botellas de leche semi-descremada, unos cuantos huevos, la última manzana roja y dos verdes, mermeladas, y un queso untable que ya estaba probablemente vencido.

Sacó la botella de leche y se sirvió un poco en su taza favorita, esa que era completamente blanca, con una J en el frente, y a la cual le cabían algo así como 8 onzas de líquido; en este caso, leche.

No le puso azúcar ni cacao, bebería leche y punto. Abrió una de las tantas gavetas que habían en esa cocina, y sacó dos galletas de arroz; esas a las cuales la mayoría de seres humanos odiamos, y que ella también juraba hacerlo, pero era lo único que había en ese momento.

Tomó la taza y las galletas en sus manos y se sentó en el sofá, frente a la televisión encendida en algún noticiero matutino, pero en 'mute'.

Las luces estaban apagadas y los rayos de sol entraban por las ventanas, iluminando todo el lugar de una manera tan bonita. Jennie bebía el líquido insulso sin ganas, alimentándose solo porque sino a su estómago le saldrían patitas y lo haría él por si mismo, porque ella, no tenía ganas de nada.

Leo maulló y se recostó en sus pies descalzos, recordándole que era hora de que él también comiera. Comió una sola galleta y se hartó; ¿por qué tenían ese sabor tan...a nada? Un pedazo de cartón seguro sabía mejor.

La otra se la cedió al pequeño Leo, quien la aceptó gustoso, y mientras él se entretenía jugueteando y de paso comiendo la galleta, ella bebió todo el contenido de su taza, con la mirada perdida en alguna pelusa que tenía la alfombra blanca.

Su mente era algo difícil de explicar, pero a la vez muy fácil. Para resumirlo; era como la leche que bebía esa mañana a manera de desayuno: blanca e insulsa.

Ya llevaba muchas semanas siendo así, pero no le molestaba.

Su mente parecía reaccionar por momentos, por ejemplo; le recordaba que debía tomar una ducha, que era hora de darle su comida a Leo, que si uno no se alimenta o hidrata, termina por morirse, pero aparte de eso, por suerte, nada.

No lloraba, pero tampoco sonreía. No sentía culpa, pero sí vergüenza.

¿Cómo había podido hacerle algo así a Lisa? ¿En qué momento...?

Se odiaba, sentía asco de su propio ser.

No recordaba muy bien lo que había sucedido, o al menos no con mucha claridad, pero de lo que sí se acordaba a la perfección y que probablemente nunca podría olvidar, era la cara descompuesta de su novia, de Lisa, al verla sobre Jackson, besándolo.

Su llanto, su cuerpo débil y menudo tirado en el suelo, abrazándose a sí misma, totalmente indefensa.

¿Por qué había hecho lo que hizo?

Aphrodite [JenLisa]Where stories live. Discover now