Capítulo 9

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Mientras que Lisa trataba de conciliar el sueño e ignorar esos pensamientos negativos, no muy lejos de ella —pero si en una parte muy distinta de la ciudad—, Jennie Kim llegaba a su departamento con una gran sonrisa plasmada en la cara.

—¡Rosie! ¡Rosie! —gritó emocionada, buscando con la mirada a su mejor amiga—. ¡Roseanne!

Jennie buscó en la sala de estar, en la cocina, los dormitorios... pero al parecer no había rastro de la rubia.

—¡Rosé!

Su corazón comenzó a latir con fuerza, y un sentimiento de angustia invadió su cuerpo.

Lo primero que pensó fue en tomar su celular y llamar a su mejor amiga, pero lamentablemente descubrió que el celular de ésta se encontraba en el sofá.

—¡Rosé! ¡Rosie!

Jennie la llamaba, desesperada, pero no obtenía nada como respuesta.

Incluso buscó en el balcón, pero también estaba vacío.

Con miles de malos pensamientos rondeandole por la cabeza, Jennie se sentó en el sofá de la sala, escondiendo su rostro entre sus manos.

¿Qué se supone debía hacer? ¿Llamar a los padres de Rosé?

Sería en vano — pensó con razón.

¿La policía tal vez?

Mordiéndose las uñas de las manos —en un claro gesto de nerviosismo—, la morena decidió que lo mejor sería esperar un rato, y si Rosé no volvía entonces le avisaría a sus padres y en paralelo a la policía.

Todo parecía un deja vú, y se le pusieron los pelos de punta al recordar el momento horrible que habían vivido años atrás y que, sin duda, había marcado sus vidas.

Flashback.

Una adolescente y pelinegra Jennie cantaba a todo pulmón las canciones más conocidas de Girls' Generation, mientras trataba de terminar una importante tarea para el colegio.

Gee Gee Gee Gee Gee~ —cantaba mientras con sus brazos hacia la coreografía de la canción.

—¡Jennie!

Los gritos de su madre la asustaron, y a velocidad de la luz apagó su iPod y se concentró en las hojas y lapices que tenía delante.

—¡Jennie! —repitió la señora Kim ingresando a la habitación.

Jennie giró los ojos.

—Tengo dos oídos y funcionan bien, mamá, puedo escucharte con normalidad.

Diana Kim apretó los labios y llevándose las manos a la cintura, le habló a su hija:

—No seas maleducada Jennifer Kim y dime ya mismo qué andan tramando junto a Roseanne.

Ante la mención de su mejor amiga, casi hermana, la pelinegra clavó los ojos en su madre y frunció el entrecejo.

—No sé de que hablas, mamá.

—¿No sabes de qué hablas? Pues la pobre Bethany estaba preocupadísima —seguro— buscando a Rosé por toda la casa, hasta que encontramos una nota que decía que había venido contigo para buscar una tarea y que ya volvía. Pero de eso ha pasado media hora, así que tú me dices, Jennifer, ¿dónde está Roseanne?

Como odiaba Jennie que las llamaran por sus nombres completos.

—¿Acaso la ves aquí, mamá? No. Déjame ver si está en mis bolsillos —la estudiante fingió buscar algo en el pequeño bolsillo de su hoodie y luego negó—: No, tampoco está.

Aphrodite [JenLisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora