Capítulo 44

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Dos semanas. Bueno, casi dos semanas; pues habían sido 13 días. 13 días sola, sin Jennie, trabajando como nunca antes, que ahora prácticamente vivía en el club, encerrada en su propio mundo, aislada de lo bueno; de Jisoo, de Rosé y sus demás amigas, pero también de lo malo; la tristeza, la soledad, los pensamientos negativos.

Era lo mejor que podía haber hecho.

Era jueves, Lisa terminaba sus horas en el club a las 20:00 hs., para, al día siguiente, ingresar en ése horario. Llegó a su departamento temblando del frío; Noviembre había llegado, y se sentía —literal y lógicamente— en el aire.

—Buenas —la saludó Jisoo, bajándose de la mesada de la cocina, en dónde Rosé estaba terminando de preparar una pizza que luego metería al horno—. ¿Cómo está mi niña? —y dejó unos besos sonoros y demasiado amorosos en las delgadas mejillas de la tailandesa.

—Bien, Chichu, ¿cómo voy a estar sino? —rió sin ganas, pegándole de forma juguetona en la mano a su mejor amiga.

Jisoo sonrió y fue hacia la nevera, en busca de las bebidas, mientras que Lisa se acercaba a Rosé por detrás, para darle un beso en la mejilla.

—Hola, Liz —le sonrió la ahora rubia, y, con su ayuda, metió las dos pizzas finalmente en el horno—. ¿Disfrutando de tus últimas horas como pelinaranja? —rió, y se dio vuelta para saludarla como correspondía; con un abrazo.

Tomaron las cervezas que les ofrecía Jisoo y caminaron las tres hasta el sofá, frente a la televisión, en donde se acomodaron, listas para disfrutar de la cena juntas.

—Supongo —respondió la tailandesa, abriendo su botella de vidrio para beber dos tragos de la amarga pero deliciosa cerveza—. Éstos tipos de colores son muy difíciles de mantener, casi que parece rojo ya —señaló su propio cabello—. Es hora de un cambio.

Casi sin hablar mucho, bebieron cerveza hasta que las pizzas estuvieron listas, y, una vez se habían llenado, cada una se marchó a su habitación; Rosé y Jisoo juntas por un lado, y Lisa por el suyo.

Allí tomó una ducha, se lavó efusivamente los dientes, para luego enjuagar toda su boca con un poco de Listerine. Se secó el pelo, se abrigó, y se metió a la cama.

La mañana del día siguiente fue tranquila. Como venía siendo últimamente, Lisa casi ni habló, y en vez de tener sus típicas charlas, en donde se molestaban y reían mucho, más bien se dedicaron a mirar TV y desayunar en silencio.

Rosé reía ante Garfield, y Jisoo observaba a Lisa de reojo, prestando atención a los labios fruncidos de la tailandesa.

—¿Qué pasa? —preguntó suavemente, y Rosé dejó de reír, aunque continuó enfocada en la TV. Sabía cuán íntimos eran esos momentos, y no le gustaba entrometerse o incomodar con miradas y demás.

—Lo extraño... —contestó tristemente, bajando la mirada a la taza de café que tenía entre sus manos.

—¿A...? —antes de preguntar a quién extrañaba, Jisoo se dio cuenta—. ¿Extrañas a Leo, Liz?

La menor asintió, haciendo un triste y sincero puchero con sus labios. Jisoo respiró hondo y asintió con la cabeza.

Leo estaba con Jennie, es decir, con su segunda mamá. El pequeño felino pasaba tiempo en casa de ellas, y también en casa de Jennie y Rosé, y como a Lisa le había tocado trabajar esos días completos y ausentarse de su departamento, el pequeño se estaba quedando con su mamá Jennie.

Jisoo maldició a Jennie por milésima vez. ¡Si hasta se llamaba Leo Kim! Y en el reverso de su chapita tenía escrito SU número de teléfono.

«Comprar una nueva (fucking) chapita» anotó mentalmente Jisoo.

—Mañana iré por él, cariño —aseguró.

Atrás había quedado la Jisoo juguetona, esa que en su lugar le habría dicho algo así como "Claro que iré a buscar a tu oloroso hijo, Lalisa". Ahora no, veía a Lisa tan triste y asolada, que le dolía el corazón, y lo único que le nacía para con la pelinaranja, eran cosas cariñosas, de confort, que le proporcionaran calidez.

Aphrodite [JenLisa]Where stories live. Discover now