Capítulo 41

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—¡¿Dónde fue?! —preguntó Jisoo, a los gritos.

—¡¿Quéeee?! —pero Lisa de todos modos no lograba oírla con claridad.

La música había cambiado y ahora ya casi que no era música, eran sonidos, un DJ que remixaba una canción cualquiera hasta el punto de hacerla irreconocible. Y el volúmen era ensordecedor, que te talabraba los oídos y te daba ganas de salir corriendo. O también de moverte hasta que te salieran callos en los pies, de bailar, o al menos intentarlo.

—¡¿DÓNDE FUE JENNIEEE?! —repitió la pelinegra, alzando aún más su voz, entre risas que reflejaban su ligera embriaguez.

A Rosé en verdad le interesaba saber sobre su mejor amiga, y justamente por eso es que las hizo hacia un costado, volviendo casi a las mesas, pero sin abandonar del todo la pista.

—Sí, ¿a dónde fue? —preguntó ella ésta vez, en voz clara y fuerte, pero sin gritar, ya que ahora podían oírse mejor.

—Con Jackson —medio que sonrió la tailandesa. Jisoo ya se arremangaba los puños de su ajustada camiseta, lista para ir a tomar por los cabellos a quien sea—. ¡Pero está bien! —se apresuró a aclarar, sabiendo lo protectora que era su hermosa mejor amiga—. Me dijo que me amaba —se sonrojó—, y que iría a hablar con Jackson para...para aclararlo todo —sonrió, sintiendo finalmente como el verdadero significado de esas palabras la golpeaban con fuerza.

A Rosé le brillaron los ojos. ¿Finalmente se había arriesgado? Quiso correr y abrazar a su hermana con fuerza, besarla, TODO.

Besarla en las mejillas, aclaro.

¿Había sido muy dura con ella? Bueno, pero al menos había logrado algo bueno; que entendiera que era su deber el defender a su novia y darle lo que realmente se merecía, si es que en verdad la amaba.

—¡Eso es genial, Lisa! —chilló la australiana, sacándole una amplia sonrisa a la menor de las tres, quien ganó más confianza con respecto a todo lo que estaba sucediendo—. Por eso estaba rara, y debo confesar que en el baño...le puse los patitos en fila —rió, y Jisoo puso los ojos en blanco, pero también sonriéndo.

—Si no se los ponías tú, me hubiese visto obligada a tener que hacerlo yo, Rosie —dijo con calma—. De un golpe seco en la nuca, claro —agregó, como si nada.

—¡Chuuu! —se quejaron las menores, aunque sin poder esconder sus sonrisas, pues, sabían que la pelinegra nada más bromeaba.

Una bromilla inocente.

Se acercaron más a la pista y bailaron dos canciones, entre risas, besos, abrazos, cosquillas, y nada más, ya que la vuelta de una amargada Jennie las hizo detenerse.

—¡¿Qué pasó?! —preguntó Rosé, levantando su ceja izquierda levemente.

—No pude encontrarlo —suspiró la morena, mientras tomaba a su novia de la mano—. ¿Me acompañas al baño?

Lisa asintió, un poco desconcertada por el ánimo de su chica, pero de todas formas la siguió.

Una vez en el baño Jennie se apresuró a trabar la puerta con el ganchito que había escondido en uno de los azulejos. Luego le sonrió a Lisa y la abrazó por la cintura, recostando su rostro contra su cuello, embriagándose con su aroma; una mezcla a su perfume Nina Ricci y su típico olor a coco. Se le hizo agua la boca, y no precisamente por hambre...o tal vez sí, aunque no precisamente de comida.

—Lo busqué en todos los cuartos y no lo encontré —suspiró, besando esas clavículas marcadas que la volvían loca, para calmarse.

—Está bien, Jen, puedes hablar con él otro día —respondió Lisa, con la voz pequeñita—. Digo, he esperado ya un buen tiempo... Y tú dijiste que a él no le importa lo nuestro...

Aphrodite [JenLisa]Where stories live. Discover now