Capítulo 16

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Jennie estacionó el Mercedes de Rosé y con mucho cuidado, se bajaron del coche.

—Me gusta, me gusta —murmuró la australiana ante la primera impresión del local frente a ellas.

—Sí —agregó Jennie, observando detalladamente cada detalle de la fachada—. Me gusta la zona también.

Rosé tomó la mano de la morena y ambas ingresaron al local. Estaba vacío, a simple vista era amplio y muy bonito.

Un hombre de unos 50 años que las esperaba de pie, con varios papeles en sus manos, les sonrió y las saludó con una reverencia de cortesía.

—Señorita Kim, señorita Park, bienvenidas —dijo con un tono de voz cálido—. Éste es el primero de los tres locales que me pidieron les mostrara. ¿Qué les parece si lo recorremos y les cuento sobre él?

Unas enfadadas Jennie y Rosé volvían a su departamento, totalmente frustradas al no haber quedado conformes con los locales que les había enseñado el señor Lee.

—Si quieres podemos pedirle los 200 mil más a nuestros padres, Jen —murmuró Rosé, mirando a su amiga quien manejaba su coche por las agitadas calles de Seúl con una mirada enfurecida—. Sabes que nos lo darán.

La morena negó rápidamente.

—No, no. Habíamos dicho que sería la última vez que les pediríamos dinero, Rosé. Además... me parece una vergüenza que pidan tanto dinero por ese local mediocre. El que estaba en la calle Insadong-gil era mucho mas amplio y costaba menos.

La australiana asintió, acordando con las palabras de su mejor amiga.

—Irene pregunta si nos esperan para ir a beber algo a algún lado o si no vamos a ir —habló, cambiando de tema.

Jennie puso los ojos en blanco y agarró el volante con mas fuerza. No estaba de buen humor y cuando eso pasaba lo mejor era guardar cierta distancia con otros seres humanos.

—No, Roseanne, ahora mismo lo único que quiero hacer es revisar por mi maldita propia cuenta un estúpido local que cumpla con nuestros requisitos así podemos ir a verlo y comenzar con todo ésto de una buena vez.

Los ojos felinos de Jennie estaban que echaban chispas. Sin duda, la palabra "paciencia" no se encontraba en su diccionario.

—Pero yo quiero ir, les dije que volvería y saldríamos —se quejó Rosé.

—¡¿Entonces para qué me preguntas, Roseanne?! —gritó Jennie, frunciendo las cejas a tal punto de que podían tocarse.

Rosé puso los ojos en blanco y suspiró, mirando por la ventana.

—Eres una idiota... —murmuró, con los labios apretados.

Para su desgracia, Jennie la oyó.

El vehículo se movió con cierta fuerza, frenando de golpe en una esquina.

—Bájate —dijo Jennie, con voz dura—. En la otra cuadra está el bendito salón de tus mejores amigas, ¡ve, Roseanne!

—¡Éste es mi maldito auto!

—¡BIEN!

Bajando del Mercedes Benz color negro y cerrando la puerta con mas fuerza de la debida, Jennie comenzó a caminar furiosa en busca de un taxi.

Rosé suspiró y hasta dejó salir leves grititos de frustración.

—¡Jennie! ¡Ven aquí, no seas idiota!

Aphrodite [JenLisa]Where stories live. Discover now