Epílogo

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—Jennie, pregunta Elena si puedes pasar por su oficina a...

—No —cortó la estilista a su tímida asistente—. Ya está por llegar...

Y antes de que pudiera terminar la oración, la puerta se abrió levemente, y una de sus sonrisas favoritas hizo magia; que se sintiera relajada.

—Knock, knock —rió Lisa, abriendo la puerta del todo e ingresando a la oficina.

Jennie sonrió y se abalanzó a los brazos de su esposa, enredando los brazos alrededor de su cuello mientras buscaba sus labios con ansias. Melania, la asistente personal, se sonrojó furtivamente ante la demostración de cariño entre su jefa y la bailarina, y sin decir nada ni mirar de más, sutilmente abandonó la oficina, dirigiéndose hacia la de Elena; la jefa de su jefa, a comunicarle la negación de Jennie a su pedido.

Ante la salida de la baja y rubia mujer, Jennie profundizó el beso, apenas introduciendo su lengua en la cavidad bucal de la tailandesa.

—¿Qué fue eso? —preguntó Lisa, recuperándose del casi-desesperado beso.

Jennie suspiró y se mantuvo abrazada a ella, descansando su cabeza contra su pecho, sintiendo el latir de su corazón.

—Un beso, eso fue.

—Ya veo, estás de mal humor —rió Lisa ante el uso de la ironía, algo a lo que Jennie recurría con cierta frecuencia, pero raramente en un contexto como en el cual se encontraban en ese momento: abrazadas y todavía abrumadas por el beso que la morena había decidido comenzar y profundizar.

—Solo me siento...cansada —negó Jennie—. Me duele la espalda, y también los brazos —resopló, y Lisa enseguida se preocupó, por lo que besó su frente con dos fines: 1. revisar que no tuviese fiebre, y 2. simple confort.

Se alegró al chequear que no tenía temperatura, pero la alegría desapareció al escucharla respirar con profundidad, tratando de controlar su respiración.

—Mi amor, mejor te dejo en casa y voy sin tí, asi puedes descansar —quiso argumentar Lisa, pero Jennie la cortó rápidamente, negando con el ceño fruncido mientras se separaba de ella y de la comodidad que solo sus brazos podían proporcionarle.

—No, no —comenzó a guardar sus cosas en su bolso—. No me he perdido ningún ensayo, y éste no será la excepción.

—Pero es un ensayo, y tú misma acabas de decirlo; nunca te has perdido uno. Te sientes mal y necesitas descansar... —repitió Lisa, pero Jennie parecía ignorarla, prestándole más atención a los botones de su cardigan marrón.

—¿Dónde está? —preguntó, envolviendo su bufanda Burberry alrededor de su cuello.

—Con Elena.

Y salieron de la oficina, encontrándose con varios pares de ojos que se posaron sobre ellas, pero ninguno de ellos tan especiales como los de color chocolate que se abrieron con emoción al verlas a ambas.

—¡Mi bebé! —rió Jennie, y Julie gritó de felicidad, moviendo sus bracitos y piernitas de la emoción que le causaba ver a su mami luego de tantas horas.

Elena y las tres mujeres que la acompañaban (las asistentes, y Clara, otra colega suya), sonrieron con dulzura al ver la reacción de la bebé.

Lisa tomó el bolso que le alcanzaba Jennie, y sintió como una corriente de amor recorría su cuerpo, viendo como Jennie y su hija se reencontraban luego de seis horas.

—Te amo, te amo... —repetía Jennie, llenando de besos y de graciosas mordidas las mejillas regordetas de su también regordeta bebé.

Lisa tomó la manta de su hija, y tanto ella como Jennie se despidieron generalmente de las compañeras de trabajo de la surcoreana, quien se disculpó con Elena por lo que le había comunicado Melania, recibiendo un cordial "no te preocupes, disfruta tu fin de semana, el lunes lo hablamos con tranquilidad" como respuesta.

Aphrodite [JenLisa]Where stories live. Discover now