Capítulo 40

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"Neón". «Qué nombre tan básico y simple», pensó Jennie. Nunca antes se había puesto a pensar sobre eso, pero ésta vez le llamó la atención, y le molestó. Qué raro, tal vez era porque estaba nerviosa y de mal humor, y por ende; odiaba y criticaba todo.

Se detuvieron frente a la entrada y Jisoo se sorprendió al ver que no había una larga fila de espera en las afueras, pues, al saber que el lugar era muy conocido y exclusivo, pensó que tendrían que esperar como mínimo 1 hora para poder ingresar. Y es que, justamente por eso no había tanta gente, por la exclusividad que manejaban, y por otras cositas, que Jisoo no sabía...y que no tenían tanta importancia.

—¿Qué haces? —preguntó Rosé a Jisoo, viendo como la pelinegra buscaba algo en su cartera de mano.

—Pues, busco dinero —rió Jisoo, obvia.

Jennie puso los ojos en blanco al ver que Lisa comenzaba a hacer lo mismo, sacando su iPhone del bolsillo de su tapado negro, que le llegaba apenas unos centímetros más abajo de la cintura, y sacó de la carcasa negra de su celular, el dinero que previamente había guardado; hábito robado de Jennie.

—Hola —las recibió indiferente el seguridad de la entrada, estirando su mano listo para recibir dos cosas; documento de identidad y dinero. Pero su rostro cambió totalmente al ver esas dos caritas—. ¡Hola! Tanto tiempo sin verlas... —Jennie cerró los ojos con fuerza y sonrió, una de esas sonrisas que daban miedo, que eran pura maldad, pura rabia escondida, disfrazada de ternura—. Estoy segura de que le gustará verte —se dirigió a Jennie, quien abrió los ojos solo para sentir como su mirada chocaba con dos más; las de Jisoo y Lisa. Rosé miraba al suelo, nerviosa—. Pasen. Tengan una buena noche —dijo, haciéndose a un lado, abriendo la puerta del lugar para revelar oscuridad.

Jennie ni siquiera miró a Lisa, simplemente apretó su mano con fuerza e ingresaron, que oyó como Rosé le decía un frívolo "gracias" al hombre de la entrada, para luego seguirla de cerca.

—Voy al baño, necesito refrescarme —murmuró al oído de Lisa, y sin más, tomó a ciegas la muñeca de Rosé para llevarsela con ella.

—¡Me lastimas, me lastimas! —gritaba la australiana, tratando de zafarse del fuerte agarre que ejercía la morena en su muñeca, pero Jennie ni siquiera se inmutó.

Sutilmente la llevó hacía los baños, lugar que quedaba detrás de una de las únicas puertas, (aparte de la de entrada/salida y de emergencia), y la cerró detrás suyo.

—¿Puedes decirme QUÉ MIERDA ESTAMOS HACIENDO AQUÍ? —explotó, golpeando la puerta con sus puños.

—Vete a la mierda, Jennifer —dijo Rosé, calmada, un poco asustada...o no sé si asustada, pero al menos sobresaltada—. Te dije que no tenía idea de que vendríamos aquí, Jisoo no me dijo nada, solo me di cuenta cuando veníamos...pero bueno, así como tú estabas ocupada con tu novia, yo también lo estaba con la mía. Y déjame recordarte que tú solita te has metido en éste bendito desastre, así que, si tienes ovarios, arregla tu mierda, y si tienes que enojarte y desacargarte con alguien, pues ¿con quién mejor que contigo? —resopló la australiana, enojada y un poco decepcionada, hasta triste podría decir. Justo antes de abrir la puerta para marcharse, se volvió una última vez hacia quien era su mejor amiga—. Y si lastimas a Lisa... —suspiró, sintiendo como la furia se apoderaba de su cuerpo al simplemente pensar aquello—. A esa honesta mujer que te ama como nunca nadie te ha amado...como ni tú misma puedes amarte, Jennie —continuó, con profunda sinceridad—. Si la lastimas... Nada, Jennie —negó con su cabeza, y se fue, dejando sola y confusa a la morena.

Algo así como diez o quince minutos después, Jennie finalmente salió de aquel lugar. Y no fue en busca de Rosé, ni de Lisa, o Jisoo. Fue directamente a su vieja compañía; la barra.

Aphrodite [JenLisa]Where stories live. Discover now