Capítulo 39

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—Roseanne, prométeme que no le dirás nada...

Jennie y Rosé caminaban, tomadas del brazo, hacia el señor de cabello blanco que las esperaba dentro de aquel lugar, él muy sonriente y pulcro, de traje, como siempre, de pie al lado de una mesa alta y pequeña, el único mueble llenando el vacío del establecimiento. En la mesa reposaban varias carpetas y también algunos papeles sueltos.

—Cállate, Jennifer —respondió Rosé, dándole un suave codazo contra su costado.

Jennie resopló por lo bajo y metió sus manos en los bolsillos de su cardigan Chanel.

—Señoritas, un placer verlas nuevamente —les sonrió el señor de unos 50-y-muchos años.

—Igualmente, señor Lee —respondió la morena, devolviéndole la sonrisa y el saludo—. ¿Está todo listo?

—Claro. De hecho, los señores Jeon acaban de retirarse hace algunos minutos —respondió, tomando una de las hojas y alcanzándosela—. Allí están todos los detalles. Aunque, no hubo cambios; tal y como les dije —sonrió, orgulloso de su trabajo—. Sólo se los doy en caso de que quieran re-leerlo o tenerlo ustedes a mano, es una copia.

Jennie hojeó el documento muy por encima y asintió, mientras que Rosé...bueno, ella no entendía mucho. Ni le interesaba entender.

—Entonces, ¿dónde firmamos?

El señor Lee se apresuró a alcanzarles una pluma y les indicó dónde debían firmar; varias hojas en distintas carpetas, cosa que hicieron sin siquiera leer. Sabían que estaba mal, pero también estaba bien... Confiaban en el señor Lee, lo habían visto desde que eran pequeñas, siempre asesorando a sus padres. Era casi de la familia, no podía estafarlas.

Tanto confiaban en él, que le habían pedido se ocupara de todo, y con todo me refiero a to-do, desde chequear el estado del local, hasta negociar y hacer firmar a los vendedores.

Y así lo había hecho, siempre comunicándose con Jennie por llamada para consultar e informar cualquier noticia.

—Genial —sonrió el hombre al ellas terminar de firmar la última hoja—. Jennie, Rosé —dijo con cariño, y ellas sonrieron—, éste lugar es todo suyo. Felicitaciones.

Era 20 de octubre por la noche cuando Rosé acababa de recibir la tan esperada llamada.

—¡Aprobó, Jen! ¡Aprobó el último exámen! —exclamó feliz la pelirroja.

Jennie sonrió y abrazó a su mejor amiga. Había estado nerviosa toda la semana, pendiente de cada bendito exámen que le tomaban a su novia, festejando cada uno de ellos, pues, así como lo había predicho, Jisoo aprobó todos, y con excelentes calificaciones.

—Me alegro, Rosie —se sinceró la mayor de las mejores amigas, y volvió a acomodarse en el sofá, bajo las frazadas—. Era obvio que le iba a ir bien, es muy inteligente.

Sonriéndo y suspirando de amor, Rosé se dejó caer en la otra punta del amplio sofá, cayendo con los brazos extendidos a los lados de su cabeza.

—Ahh, es tan inteligente mi Chu... —cerró los ojos y amplió su sonrisa, mostrando esa perfección de dentadura—. Un año más y listo, será libre y estará mucho más tranquila.

Y qué bendición había sido aquello de que Jisoo pudiera haber dado un exámen de regulación y que haya podido integrarse a clases en mitad de año escolar, cosa que decía mucho de ella y de su inteligencia, pues, al tener la mayoría de las materias ya aprobadas y con calificaciones casi-perfectas, los directivos y coordinadores no habían dudado en darle una vacante a mediados de año.

Aphrodite [JenLisa]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt