Quince; Distante

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—Hola. —Saludé a Rick con una sonrisa en cuanto me subí a su coche antes de acercarme a él para darle un beso en la mejilla.

—Vaya, para haber madrugado estás de buen humor... —bromeó mi representante ganándose una mirada asesina por mi parte.

—Calla antes de que eso cambie. —Le advertí haciéndole reír.

—¿Me vas a decir que miento? —Me preguntó tras arrancar— Sabes que lo de madrugar no es tu fuerte.

—Bueno... ¿es el de alguien? —Alcé mis manos.

—A mí no me importa.

—Porque tú eres un señor mayor atrapado en el cuerpo de un hombre de casi cuarenta y dos y seguro que te vas a dormir a las nueve y media.

—¡Ey! —Se quejó.

—Pobre Caroline... —Negué con la cabeza— Lo que le toca vivir.

—¿Sabes? Te prefiero cuando estás de mal humor y no pronuncias ni una sola palabra hasta que la cafeína te hace efecto. —Frunció el ceño y yo reí.

—Ya sabes que me encanta meterme contigo —Me justifiqué—. Además, en realidad aparentas como treinta y siete. —Le guiñé un ojo.

Él sonrió y negó con la cabeza.

—Eres increíble.

—Gracias. —Sonreí y mi representante volvió a agitar la cabeza.

—¿Cómo fue la búsqueda de casa ayer? —preguntó deteniéndose en un semáforo en rojo.

—Bien —Asentí sonriendo una vez más—. La verdad es que las casas que nos enseñó el primo de Danielle eran impresionantes.

—Eran todas en Beverly Hills, ¿no?

—Sí, creo que es la mejor opción porque los chicos viven por aquí y el estudio y la discográfica no pillan demasiado lejos —Le expliqué—. Si nos mudamos a un sitio como Calabasas me sentiría algo aislada, la verdad. —Torcí mis labios en una mueca.

—En eso tienes razón —Asintió—. ¿Y os habéis decidido por alguna o qué? —Volvió a arrancar cuando los coches que tenía delante lo hicieron.

—Todavía no, queremos pensarlo bien y apenas hemos tenido tiempo para ello porque ayer por la tarde estuvimos en casa de Liv y Dan y nos quedamos allí a cenar.

—¿Se lo habéis dicho ya? —Me miró divertido y yo asentí.

—Liv lloró un poco. —Le expliqué entre risas.

—¿De verdad? —Alzó las cejas sorprendido.

—Ya sabes, las hormonas del embarazo. —Me encogí de hombros.

—Oh, comprendo —Asintió—, pero entonces se alegró por la noticia, ¿no?

—Claro, se puso como una loca —Reí al recordarlo—, incluso los niños se preocuparon porque pensaban que le había pasado algo a ella o al bebé porque chilló.

—Vaya, así que está bien cuidada...

—Entre ellos y Dan no puede tener ninguna queja.

—Es normal que Dan se preocupe tanto por ella.

—Claro, si no lo hiciese se ganaría una buena colleja por mi parte. —Fruncí el ceño y él rió.

—No lo dudo.

Unos segundos de silencio prosiguieron a las palabras de mi representante antes de que yo me decidiese a hablar de nuevo.

—Justin se pasó por allí también.

All These Years • jb [3]Where stories live. Discover now