Setenta y nueve; Sorpresa

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16 de agosto

Observé como Tony ayudaba a un trabajador del aeropuerto a meter el equipaje en el maletero del coche mientras bajaba las escaleras del jet con Milo en brazos, acompañada por Patrick. De momento, solo ellos dos me habían acompañado en mi regreso a Los Ángeles, ya que Jordan había ido a Nueva York para ayudar a Addison con los preparativos de la mudanza, la cual tendría lugar en unas semanas; tras obligarle a viajar a Nueva York hacía ya más de un mes —cuando me contó la noticia de que su novia estaba embarazada— y después de una disculpa y una larga conversación que tenían pendiente, las cosas habían ido sobre ruedas entre ellos y ambos parecían bastante emocionados por esta nueva etapa que les tocaría vivir.

—Sube al coche —Me indicó Patrick—. Yo les ayudaré.

—De acuerdo. —Asentí.

Hice lo que él me había pedido, ocupando uno de los asientos traseros y sentando a Milo sobre mi regazo. El pobre había estado un tanto nervioso a lo largo del vuelo y no sabía si lo había pasado peor él o yo al verle así.

—Te prometo que no volveremos a viajar en avión en un tiempo —Besé su pequeña cabeza—. Y ahora iremos a casa de Justin y allí podrás corretear y jugar con Esther. —Le expliqué todo aquello como si pudiese entenderme o me fuese a contestar.

—¿Ya estás hablando sola? —Me preguntó Tony al abrir la puerta del conductor y ocupar ese asiento.

—No, estoy hablando con Milo. —Le corregí.

—¿Se supone que eso es mejor? —Se burló mirándome a través del retrovisor, arrancándome un suspiro.

—Jordan os ha enseñado bien, ¿eh? —comenté haciéndole reír.

—Por supuesto. —Asintió aún riendo.

—¿Qué pasa? —Patrick ocupó el asiento del copiloto.

—Que tenéis que recordar que vuestra jefa soy yo, no Jordan —respondí haciendo reír aún con más fuerza a Tony y confundiendo aún más a Patrick.

—No entiendo nada —admitió este último.

—Mejor que no. —Tony negó con la cabeza.

—Bueno, vámonos ya —animó a su compañero.

Tony asintió conforme y de inmediato arrancó el coche para poder salir del aeropuerto. En cuanto lo hicimos saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Scooter, avisándole de que nos encontrábamos de camino y que estaríamos en casa de Justin probablemente en algo más de media hora. Su respuesta no se hizo esperar y de inmediato me aseguró que él llegaría allí en menos de diez minutos, así que nos estaría esperando.

Antes de que pudiese volver a guardar el móvil éste empezó a sonar, indicándome que estaba recibiendo una llamada de mi madre, a quien había avisado nada más aterrizar de que ya estábamos en Los Ángeles.

—Hey. —La saludé nada más descolgar.

—¿Todo bien? —preguntó directamente.

—Sí, Milo ha estado algo nervioso durante el vuelo, pero ya está más tranquilo. —Le miré.

—Normal, aún es pequeño —comentó—. ¿Y tú?

—Bueno, yo sigo algo nerviosa —admití esbozando una pequeña sonrisa—. Espero que todo salga bien y Justin no termine enterándose.

—Seguro que no, el otro día parecía bastante convencido de que no volvías hasta el veinticinco. —Me recordó.

—Ya, pero bueno... supongo que hasta que no pase todo no estaré tranquila —admití.

All These Years • jb [3]Where stories live. Discover now