Ochenta y seis; Canadá

2.6K 208 63
                                    

9 de octubre

Mi vista estaba fija en la ventanilla del jet mientras éste sobrevolaba la ciudad de Los Ángeles, pero en cuanto sentí la mano de Justin posarse sobre mi pierna me volví hacia él de inmediato.

—¿Todo bien? —preguntó curioso.

—Perfectamente —Sonreí para que no se preocupase—. Es solo que siento que no sé cuántas veces me he ido de Los Ángeles este año —bromeé.

Tras algo de tiempo para poder prepararlo todo y que Justin se ocupase de algunos asuntos importantes de las discográfica, al fin poníamos rumbo a Canadá, nuestro nuevo hogar por un tiempo indefinido.

—Seguro que la próxima vez que volvamos será la definitiva —Me animó—. Acuérdate de lo que te dijo tu psiquiatra.

Tras la revisión, mi psiquiatra me aseguró que todo parecía estar bien, sin embargo, opinaba que quizás regresar a Los Ángeles y el hecho de estar continuamente en el foco de atención de la prensa habían causado en mí una situación de estrés.

—Lo sé —Le aseguré—, espero que tengas razón —confesé y él sonrió.

—Seguro que sí. —Dejó un beso sobre mi frente.

Una nueva sonrisa tiró de mis labios y me abracé a su cintura.

—¿Cuánto decías que tardaremos?

—Algo más de cuatro horas y media. —Calculó.

—Genial —Me aparté de él y alcancé mi bolso, situado sobre la mesa que teníamos delante—. ¿Te importa que lea? —Le pregunté mientras sacaba el libro.

—¿Me cambias por unos personajes ficticios? —bromeó mirándome con una ceja enarcada.

—Sin dudarlo —Asentí y reí al ver su ceño fruncido—. A veces eres como un niño pequeño. —Me burlé apretando sus mejillas con mi mano.

—Ya, ya... —Apartó mi mano— No te preocupes, yo tengo que hacer un par de cosas. —Me aseguró alcanzando su iPad.

—Vale. —Sonreí y antes de que pudiese decirme algo más abrí el libro para sumergirme en la historia.

Mi madre era una gran amante de la lectura y desde bien pequeña me había inculcado a mí también esa gran afición por las historias que lograban que dejases de lado tu vida por un rato y te adentrases en la de unos personajes a los que, a pesar de ser imaginarios, les cogías un cariño increíble. Por desgracia, conforme mi fama había empezado a crecer mi tiempo dedicado a la lectura había comenzado a disminuir; sin embargo, desde que me había trasladado a Houston a principios de año mi interés por la lectura había regresado —quizás porque me ayudaba a evadirme de todo lo que estaba sucediendo en mi vida— y ya era complicado verme sin cargar un libro conmigo, para leerlo en cuanto tuviese un hueco.

No sabría decir cuanto rato estuve inmersa en el libro en esta ocasión, pero cuando vi que Justin bloqueaba la tableta y la dejaba a un lado, yo decidí hacer lo mismo.

—¿Ya lo has acabado? —Me preguntó al ver como guardaba el libro en el bolso.

—No, aún me queda un poco, aunque no creo que tarde demasiado en terminarlo —confesé.

Por suerte me había traído también la segunda parte.

—¿Está interesante? —preguntó Justin curioso.

Inevitablemente una sonrisa tiró de mis labios al recordar la escena que acababa de leer.

—Bastante. —Asentí intentando reprimir mi sonrisa sin demasiado éxito.

All These Years • jb [3]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora