Cuarenta y seis; Avances

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7 de febrero

—¿Lo dejo en la trona? —Le pregunté a Chris cuando entramos a la cocina, llevando yo a Aden en brazos.

—Sí, por favor.

Hice de inmediato lo que mi prima me había pedido, asegurándome de que el niño quedaba bien sentado y me acerqué a la encimera para abrir uno de los cajones y sacar un babero.

—¿Tienes hambre, cielo? —Le pregunté al volver a acercarme a él.

Shi.—Asintió arrancándome una pequeña sonrisa.

Llevaba un par de semanas y media en Houston y pasar mis tardes en casa de mi prima se había convertido en una especie de rutina desde hacía una semana. Al principio de mi llegada solo salía de mi casa para mis citas con la psicóloga, pero un día Chris se plantó en mi casa y prácticamente me sacó arrastras de allí. En aquel momento la detesté, pero ahora, después de unos días, agradecía que lo hubiese hecho, estar con ella y Aden me ayudaba a mantener mi mente ocupada.

Late—dijo el pequeño mientras le colocaba el babero.

—¿Quieres chocolate? —Le pregunté curiosa.

Late—repitió él.

—Pues se va a llevar un chasco cuando vea la papilla de frutas que le estoy preparando —bromeó Chris, haciéndome reír—. Mierda —murmuró.

—¿Qué pasa? —Fruncí el ceño volviéndome hacia ella.

—Me he cortado un poco pelando la manzana. —Se giró y pude ver un poco de sangre en su dedo pulgar.

—Dónde tienes el botiquín. —Me acerqué a ella rápidamente.

—En el armario que hay en el baño del pasillo tengo tiritas y eso. —Me explicó.

—Voy a por ello y ahora te curo. —Le aseguré antes de salir de la cocina.

Me dirigí hacia el baño del que hablaba mi prima y fui directa hacia el armario que me había dicho. Primero abrí el departamento superior y al no encontrar nada de lo que estaba buscando me agaché para abrir el de abajo, donde sí se encontraba lo que andaba buscando.

Cogí una caja de tiritas, pero antes de poder alcanzar un par de gasas mi vista se desvió hacia una caja que había a un lateral del estante y entonces algo hizo click en mi mente.

—No, no, no... —susurré.

Dejé la caja de tiritas a un lado y alcancé el bolsillo trasero de mis pantalones, donde guardaba mi móvil y lo desbloqueé, abriendo la aplicación del calendario y confirmando mis sospechas.

—Joder... —Me dejé caer sobre el suelo y me apoyé contra el mármol que cubría la pared— ¿Por qué esto me pasa a mí?

Encogí mis piernas, abrazándome a éstas y eché la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos e intentando recordar los ejercicios de mi psicóloga para poder controlar mi respiración.

—No es nada seguro, Blair —Me recordé a mí misma—. No es nada seguro —repetí, luchando contra el nudo de mi garganta.

—¿Blair? —La voz de mi prima hizo que abriese los ojos y la viese bajo el marco de la puerta, mirándome extrañada y con el dedo cubierto por una servilleta— ¿Va... va todo bien? —preguntó algo cauta.

Una sonrisa sarcástica tiró de mis labios y negué con la cabeza.

—No... —dije en un susurro.

—Vale, emm... —Chris escondió un mechón de pelo tras su oreja y se agachó un poco para quedar a mi altura— ¿Es otro ataque de ansiedad?

—No —Suspiré—, creo que no. —Carraspeé intentando deshacer el nudo de mi garganta.

All These Years • jb [3]Where stories live. Discover now