Victoria y Su Padre.

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Ese mismo día, en otro lugar de la ciudad...

No existe peor ofensa para Victoria que marcar insistentemente al móvil de una persona y que esta no conteste, peor aún, que no tenga la delicadeza de devolver la llamada.

La ansiedad se había apoderado completamente de ella, Glenn ya no se tomaba la molestia de mantener un perfil bajo en la investigación que de por sí ya estaba cerrada, pero él seguía ahí, tras sus pisadas.

Se preparó un café cargado, necesitaba mantenerse lo más enfocada posible, necesitaba pensar en alguna solución, pero las ideas no fluían, no llegaban, por un instante pensó que todo estaba perdido hasta que recordó que nadie tiene la última palabra en esto excepto su padre. No había más remedio, no quería acudir a él, pero tampoco tenía más opciones, entre más pasaba el tiempo, Glenn más se acercaba a ella y en el fondo no confiaba del todo en Millie, necesitaba la ayuda de su padre o estaría perdida.

No lo dudó un instante más, decidió salir y buscarlo. Había aprendido que había ciertos asuntos que no se tocaban por teléfono sino en personas, como los negocios, los grandes problemas siempre se arreglan en persona y en privado.

Minutos después...

- Hola nana. ¿Mi padre está en casa?

- ¡Mi niña! Que sorpresa tu por aquí. Sí, está en su despacho.

- Gracias nana, iré a verlo.

- Con toda confianza, él siempre está disponible para ti.

Ver la puerta de ese despacho siempre generaba nostalgia en Victoria, de niña era su lugar favorito, los muebles, la cantidad de libros que allí reposaban, era un gran mundo en tan solo cuatro paredes.

- ¡Papá que bueno que te encuentro!

- ¿Sucede algo?

- Necesito de tu ayuda.

- Lo que necesites. ¿Dime de qué se trata?

- ¿Recuerdas al oficial Glenn?

- Ah, es sobre eso... Ya sé lo que me vas a contar, estuvo buscando a Millie en su edificio, es bastante persistente el hombre.

- ¿Como sabes eso?

- Hija mía, con los años aprenderás que hay que tener ojos en todos lados.

- Entonces lo estas siguiendo.

- A él, al otro oficial, a Millie, a toda la familia de Alik, a los que sean necesarios para evitarte cualquier problema.

- Bueno, entonces no necesito decir nada más.

- Pues no creo que sepas más de lo que yo sé.

- ¿Y eso es?

- ¿Puedo hablarte muy sinceramente? ¿No solo como padre sino como tu amigo?

- ¡Siempre! Nunca dejes de hacerlo.

- Yo sé que quieres a Millie como la hermana que nunca te dimos, pero en definitiva no es bueno para ti que siga en tu vida, tiene mucha información y se esta sintiendo acorralada y ya sabemos lo que sucede con las personas que sienten que no hay salida.

- Pero papá...

- Escúchame por favor.

- Está bien, continua.

- Yo también la vi como una hija, pero te falló, nos falló. No sabes o no alcanzas a imaginar cuantas veces ya lo ha hecho y cuantas más las seguirá haciendo, porque a esa clase de personas les queda fácil fallar y pedir perdón. Van por la vida lastimando sin importar el qué.

- ¿Qué sugieres?

- Millie debe desaparecer.

- ¿Desaparecer cómo?

- Desaparecer tal cual lo estas imaginando.

- ¿No crees que es un poco exagerado?

- No, no lo creo. A grandes problemas, grandes soluciones.

- Papá estamos hablando de Millie, lo de Alik no me dolió, pero esto me destrozaría.

- Lo sé, soy muy consciente de ello, pero la prefiero a ella muerta que a ti bajo sospecha y en la cárcel. Sabes muy bien que si tengo que elegir entre cualquier cosa en el mundo y tu felicidad y bienestar la respuesta es más que clara.

- No sé qué haría sin ti...

- Ni yo sin ti hija.

- Entonces... ¿Es una decisión más que tomada?

- Es lo mejor para ti, para nosotros como familia.

- Esta bien, no pienso discutirlo, se hará como tu digas, pero yo no quiero saber nada, no quiero saber como sucederá, no quiero nada.

- No te preocupes. Te quiero.

- Y yo a ti papá.

BelladonnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora