Capítulo 48

90K 7.6K 12.4K
                                    

Confié en él, permití que formara parte de mi vida, y así terminó. 

Mi yo del pasado se hubiese culpado a sí mismo, diría que eso obtenía por confiar en alguien más. Pero ahora puedo darme cuenta que no tengo la culpa, que no me equivoqué al esperar cariño y lealtad en un amigo. Si dicha persona decide cagarse en toda nuestra amistad faltándome el respeto, es solo culpa suya. Reconozco que todavía hay una parte de mí que quiere aislarse, levantar barreras olvidadas, esconderse en un refugio mental para no salir lastimado otra vez. Mas sé que es absurdo, el único perjudicado terminaría siendo yo. 

Fred me decepcionó, pero no significa que los demás también lo harán. 

El problema es que da impotencia, es una sensación frustrante. Tu cuerpo ansía dar la vuelta, ir hasta su casa y golpear sus malditas bolas. Quieres que se retuerza en el suelo, que pague por haberte herido así. Quizás sea rencoroso, pero duele saber que nunca le importé, él jamás se preocupó por mí. 

¿Por qué fingió sentirse mal al verme triste?  ¿Qué ganaba con eso?

Ahora logro entenderlo, siempre fue demasiado claro: Fred nunca me vio como un amigo. No soy idiota, sé que su beso demostró ese hecho, pero creí que al principio sí buscaba amistad. Estuve en su hogar incontables veces, conocí a su familia, incluso la señora Hamilton se encariñó conmigo y me consintió en todo momento. Ella solía traernos galletas caseras para comer por las tardes, los días más fríos hacía chocolate caliente. Me sentía querido gracias a sus gestos, como si fuese importante. Él también lograba hacerme sentir así, constantemente se aseguraba de que estuviese cómodo, cuidado. 

Todo fue falso, un engaño.

Me detengo frente a mi habitación, la enorme puerta se encuentra cerrada y mis piernas están temblando demasiado, temo caer al suelo. Debo olvidarme de Fred, pero todavía retumba en mi mente todo lo que dijo sobre Aaron. Sé que no me utilizó sexualmente por varias razones: yo fui quien buscó llevarlo a su cama primero, causando incontables problemas. Si Aaron solo quería sexo, pudo encontrar un millón de chicos dispuestos a dárselo. ¿Por qué elegir justo a la persona que más detestaba en el mundo? No lo hizo a propósito, fue un error que terminó convirtiéndose en acierto. Ninguno sabía que íbamos a gustarnos, que intentaríamos olvidarnos del pasado aunque este continuara acechándonos. 

Nos odiamos a nosotros mismos por lo que sentíamos, estuvimos en negación semanas enteras, quizás meses. 

Y esas no son cosas que alguien haría por sexo, sino por amor.

Sin dudas Fred estaba mintiendo, pero había algo que tal vez podría ser cierto: la reputación de Aaron. Él besó a Rose en mi cara, la pobre chica ni siquiera quería. ¿Qué explicación lógica podría tener además de su innegable bisexualidad? ¿Será verdad que se acostó con muchas mujeres? Admito que me incomoda un poco la idea, sobre todo porque no soy una chica, y quizás él las prefiera. Es una inseguridad tonta, en realidad su orientación sexual solo lo incumbe a él, confío en mi novio y sé que no me sería infiel. 

¿Entonces por qué me dijo que era homosexual? 

¿Mintió en algo tan irrelevante? 

 —Al fin te encuentro. —Unos brazos me rodean repentinamente, asustándome. Volteo la cabeza enseguida, chocando contra una nariz helada. Soy atrapado por aquellos ojos grises, quienes están mirándome repletos de cariño. Todo el estrés que siento abandona mi cuerpo poco a poco, solo puedo recostarme contra su pecho—. Estaba preocupado. 

—¿Por qué? —pregunto atontado. 

—Wilson fue a buscarnos al instituto, dijo que hacía demasiado frío para regresar caminando —informa rozando sus labios sobre los míos—. Te esperamos pero nunca apareciste. —Aparta el rostro, dejándome con ganas de besarlo—. Por suerte Hamilton vio cuando te ibas solo y nos avisó, fue útil una vez en su vida.

Odio Profundo |BL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora