Capítulo 26

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Quiero golpearlo, hacer que se trague esas malditas palabras, pero mi cuerpo está inmóvil. Me cuesta respirar y mi vista está totalmente nublada, las lágrimas caen por mi rostro. La luz se hace más fuerte, siento que me absorbe poco a poco.

— ¡No tenías que hacer algo así! — grita una mujer furiosa, su cabello negro y largo se agita debido a sus movimientos agitados. El vestido que tiene puesto es elegante, de color rojo carmesí, con un escote sutil. Le llega hasta los talones, marcando levemente su figura. 

Es mamá. 

Detrás de ella se encuentra un niño tembloroso, tratando de esconderse. El pequeño está vestido con un traje igual de elegante, pero se encuentra desarreglado. Y en su rostro hay un gran moretón. 

Soy yo. 

— ¡Cállate, Elizabeth! — le grita aquel hombre alto y pelinegro, también vestido formal, mirándola con desprecio. — ¡Tu maldito hijo no hizo más que arruinar nuestra salida! 

— ¡Él no hizo nada malo! — responde con ira latente en su voz, él se acerca rápidamente y la toma del cabello con fuerza. 

— ¡Te dije que te callaras! — escupe acercando su rostro al suyo, ella quiere retroceder pero no puede. — Ese niño se merece el golpe que le di y más. — sisea venenoso. — En el casamiento se puso a jugar con unas niñas, unas malditas niñas, a las muñecas. ¿Qué esperabas que hiciera? Mi hijo no va a ser ningún maricón. 

— ¡Tiene cinco años, Patrick! — le grita ganándose un bofetón que enrojeció su mejilla, ella no se calló. — ¡No tiene nada de malo que juegue con niñas a lo que sea! ¡Sólo es un niño, deja de envenenar así su cabeza! 

— N-No le pegues a mami. — digo sollozando, él me mira furioso. 

— ¡Vete a tu habitación, cariño! — grita mamá mientras mi padre vuelve a golpearla. 

Y yo sólo pude quedarme paralizado, observando. 

Siento dedos aferrarse con fuerza a mi barbilla, cuando enfoco mi mirada veo a Aaron gritando furioso y sólo quiero desaparecer de una maldita vez

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Siento dedos aferrarse con fuerza a mi barbilla, cuando enfoco mi mirada veo a Aaron gritando furioso y sólo quiero desaparecer de una maldita vez. No puedo oírlo, sólo puedo sentir las lágrimas cayendo por los costados de mi mejilla y un enorme vacío en el pecho. Poco a poco recupero más la razón, viendo con claridad la furia en los ojos del rubio. 

¿Por qué mi vida siempre está llena de miradas así? 

¿Por qué siento que tengo la culpa de que eso ocurra?

— ¡No te saldrás con la tuya ignorándome, Dominik! — la voz llena de ira retumbó en mis oídos, la cabeza me duele demasiado. 

— Para... duele. — susurro agotado, Aaron suelta de inmediato mi barbilla. Quizás creyó que eso era lo que me dolía. — Mi cabeza duele, tus gritos me lastiman. — trato de explicarle. 

Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now