Capítulo 43

86.8K 7.6K 11.6K
                                    

Debo reconocer que mi propia percepción de mí mismo a veces llega a ser muy positiva, no al punto del narcisismo, pero sí mostrando un buen autoestima. Otras veces me sucede lo contrario: tiendo a ver solo las cosas negativas de mí, los insultos que crecí escuchando desde que era un niño, y no veo más allá de eso. 

En este momento mi percepción de mí mismo es esperable, para nada reveladora...

Soy un jodido imbécil. 

Y Aaron también. 

Sobre todo Aaron. 

Hace apenas unos minutos que mi calentura terminó, la sangre por fin regresó a mi cerebro luego de haber estado en un lugar incorrecto, uno que el diabólico rubio succionó hasta dejar mis piernas temblorosas. Y francamente no sé si matarlo, o arrodillarme para chupársela. Soy consciente de que todavía debe tener una enorme erección. 

Si aún siguiera en ese estado tan lujurioso, no lo pensaría dos veces y lo haría, pero por suerte mi mente recobró el sentido. Estamos en la maldita fiesta donde se supone que debíamos comportarnos, no abandonar el salón por quién sabe cuando tiempo, poniéndonos en riesgo. Mi padre pudo notar nuestra ausencia, cualquiera pudo hacerlo. Aaron fue presentado a casi todas las personas del lugar, y a mí ya me conocían desde antes, sería extraño que ambos desapareciéramos al mismo tiempo. 

—Sé lo que estás pensando —dice el rubio, su voz mezclándose con la oscuridad—, deberías dejar de ser tan paranoico. Me aseguré de traernos a un lugar alejado, nadie nos vio venir. 

Mi piel se eriza al sentir sus manos rozándome el pecho, enseguida comienza a prender los botones de mi camisa. Bueno, por lo menos eso intenta. El no poder ver hace que se le dificulte encontrarlos, y algo en eso me da mucha ternura. 

—Lo que me preocupa es que alguien se haya dado cuenta de nuestra ausencia —hablo tratando de no reír mientras Aaron sigue luchando con los escurridizos botones... Mierda, sus dedos deben estar escurridizos después de lo que hizo. 

—Allí hay fácilmente trescientas personas —responde continuando con su lucha—, dudo que alguien esté tan pendiente de nosotros como para notar que nos fuimos. Patrick estaba invitando a mi madre a bailar, Adrienne solo se quejaba de que su esposo no quiso venir con ella, y la única persona que sabe de esto es tu amiguita. Los gestos extraños que te hizo dijeron más que suficiente. 

—Su nombre es Kara —digo exasperado, sintiendo cómo prende mi último botón. Logro escuchar un sonido extraño, cuando estoy por preguntarle qué hace, una de sus manos toma mi ropa interior junto con mis pantalones y los sube. 

Olvidé por completo mi desnudez. 

Sé que debo tener el rostro completamente rojo, aun más al notar cómo mete mi pene flácido dentro de la ropa. 

—¿Te gustó mi sorpresa? —susurra demasiado cerca de mí, su aroma dulce bloquea todos mis sentidos. Un repentino calor vuelve a recorrerme, y antes de que sea tarde muerdo mi lengua con fuerza. 

¿Cómo demonios consigo ponerme caliente tan rápido? Si él sigue así, no voy a tardar nada en ponerme duro de nuevo. 

Malditas hormonas. 

—Sabes que sí —le conteste rápidamente, alejándolo con un suave empujón—. Yo también te daré una sorpresa esta noche, me encantaría que fuese ahora mismo pero ya desaparecimos por mucho tiempo. 

—Esperaré con ansias —ronronea tomándome de las mejillas con poca delicadeza, de inmediato une sus labios con los míos. 

El beso no dura tanto como me hubiese gustado.  

Odio Profundo |BL| ©Kde žijí příběhy. Začni objevovat