Capítulo 12

83K 10.5K 5K
                                    

Por primera vez veo algo más que odio en sus ojos: confusión. Mis palabras lo dejaron sorprendido y se le nota en el rostro. Ahora yo me pregunto... ¿POR QUÉ MIERDA ELEGÍ ESTE MOMENTO PARA QUERER DARLE EL BENDITO LIBRO? Mierda, esto va a salir muy mal.

— ¿De qué demonios hablas? — pregunta sin separarse un centímetro de mí, casi puedo sentir su aliento en mi cara. 

— Vi algo que pensé que podría gustarte y quise dártelo. — contesté, aunque es una mezcla de verdades con mentiras. — Si me dejas salir lo agarraré.

— Si es tu forma de intentar escapar...— dice como si fuese a tratar de salir corriendo, como si algo así pudiese funcionar en primer lugar. Me apresuré a interrumpirlo.

— ¡No! — respondí más alto de lo que quería. — Ya regreso. 

Él se corrió apenas un poco, salí lentamente de la cama rozando su brazo con el mío. Mierda, hasta el más mínimo toque hace que me sobresalte. Voy hasta mi mesa de luz, abro el cajón de abajo que es el más grande y saco la bolsa que contiene el libro. Es bonita, su color es negro con puntos verdes y tiene un moño del mismo color para decorarla. Sentí la mirada de Aaron sobre mí en todo momento, tengo la leve sospecha de que no ha dicho una palabra más todavía sólo porque le intriga lo que hay dentro. Me acerco un poco a él y le entrego la bolsa, la toma bruscamente. 

Es como convivir con un animal salvaje. 

— ¿Por qué querrías regalarme algo? — pregunta con una voz venenosa mientras le quita la cinta a la bolsa y mira el contenido. Parece furioso. Se me corta la respiración, trato de pensar en algo qué decir pero cuando lo intento su voz me interrumpe. — Tan patético. 

Saca el libro lentamente y lo observa, en su rostro se forma una sonrisa tétrica que eriza mi piel. Sé que lo que vendrá a continuación no será nada bueno para mí, su mirada me lo dice todo. Está cegado, actúa como si lo hubiese provocado de la peor forma posible.

— Si no te gustó puedo... — me interrumpió.

— ¡Cállate! — gritó enfurecido, cerré los ojos por inercia. — ¿Quién dijo que querría recibir algo de ti? — sentí su mano agarrar mi brazo con mucha fuerza. — ¡Mírame! 

Abrí mis ojos sólo para encontrarme con esa mirada furiosa, ver cara a cara al demonio en persona. En su otra mano sostiene el libro como si fuese a despedazarlo en cualquier segundo. 

— Lo siento. — susurro, comienzo a ver borroso. No, no puedo llorar ahora. 

— ¿Creías que con un estúpido regalo iba a dejar de molestarte? — siseó apretando aún más mi brazo, una lágrima se derramó por mi mejilla. — ¡Deja de llorar! — tiró de mí haciendo que cayera  a la cama. Quise cubrirme pero fue más rápido, ya lo tenía encima mío, ahorcándome. — ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas cómo te traía regalos para que no me pegaras? ¡¿Cómo cocinaba galletas para ti y luego las tirabas en mi cara?! — preguntó haciendo cada vez más y más fuerza hasta que mi vista se nubló. 

Escucho que dice algo pero no puedo entender qué, todo se volvió oscuro. Una imagen aparece de pronto, y veo a un niño rubio acercándose a otro niño. Somos nosotros. Trae encima de sus manos temblorosas una caja azul, decorada con un listón del mismo color. La acerca a mí y yo tomo esa caja con brusquedad, miro el contenido con asco. 

— ¿Es lo mejor que puedes hacer? — le pregunto con diversión al ver lágrimas derramarse de sus ojos. — ¡Deja de llorar! ¿Acaso eres una niña? — baja la cabeza tratando de evitar mirarme. — ¡Mírame! — le grito pero no lo hace.

Saco algunas galletas y las observo, hago una mueca de desagrado. Tienen forma de corazón, están decoradas con glaseado violeta. Las aprieto con fuerza hasta romperlas y se las tiro encima, él intenta cubrirse. Lo empujo haciendo que caiga al suelo, tiro las demás galletas encima suyo. Comienzo a reír. 

— ¿Crees que esas asquerosas galletas te iban a salvar? — le pregunto agachándome a su altura. — Y las hiciste en forma de corazón, qué dulce. — suelto una carcajada para luego agarrarlo con fuerza del pelo, obligándolo a verme. — Me das asco. 

Con mi mano libre tomo una galleta del suelo, la escupo y la pongo sobre sus labios.

— Abre la boca. — le ordeno sin un poco de compasión, él se resiste por lo cual aprieto con más fuerza su pelo. Obedece. — Buen chico. 

¡No! ¡Suéltalo! Por favor... déjalo, déjalo.

No quiero seguir viendo. ¡No es real, no es real!

— Traga. — le digo cuando ya la tiene en la boca, Aaron llora sin parar. — ¡Deja de llorar y trágala! — sujeto con fuerza sus mejillas. 

Y tragó.

Al abrir mis ojos los siento húmedos, estuve llorando

Oops! Ang larawang ito ay hindi sumusunod sa aming mga alituntunin sa nilalaman. Upang magpatuloy sa pag-publish, subukan itong alisin o mag-upload ng bago.

Al abrir mis ojos los siento húmedos, estuve llorando. ¿Cómo fui capaz de algo así? ¿Cómo pude enterrar eso en mi memoria y seguir como si nada? Soy un monstruo. No tiene justificación. ¡Nada de lo que hice tiene una maldita justificación! ¿Cómo un niño puede ser tan cruel? 

— Jamás en tu puta vida hagas algo que no te diga. — escuché la voz de Aaron llena de veneno, me incorporé un poco y lo vi recostado en su cama. — No quiero tus asquerosos regalos.

Asquerosas galletas...

Un nudo se me forma en la garganta, necesito salir de aquí. Siento que voy a vomitar, no puedo aceptar que haya hecho algo tan horrible. ¿Qué más cosas hice? ¿Por qué no puedo recordarlo todo? Mi mente busca la forma de protegerme cuando no merezco protección alguna. 

— De verdad lo siento. — me disculpé, aunque sabía que no era porque le di ese regalo, era por todo. — Sé que no vas a perdonarme, no importa lo que haga, pero me arrepiento mucho de todo lo que te hice. — dije lo más audible posible, ya no podía contener mi llanto. — L-Lo siento. 

Aaron se paró con rapidez de su cama, caminó directo hacia mí. Con cada paso que da se oye un ruido extraño, miro al piso y veo la razón... el libro está hecho pedazos, hojas esparcidas por todas partes. Siento una punzada en el pecho.

— Abre la boca una vez más y haré que no la puedas abrir jamás. — amenazó cuando ya estaba frente a mí. — Nunca obtendrás mi perdón. — su tono de voz es frío, sin vida. Tomó mi barbilla sin cuidado, inclinó su rostro para acercarse al mío. — Ahora sal de la habitación antes de que te haga algo horrible. 

Salí antes de que cambiara de opinión.  


Odio Profundo |BL| ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon