Capítulo 2

123K 14K 20.3K
                                    

Caemos en un silencio incómodo que dura varios minutos, poniéndome tenso. Intento enfocar mi mente pero el cansancio lo impide, necesito despabilarme. Es frustrante no recordar sucesos que deberían estar allí, en tu memoria. Este chico frente a mí asegura conocerme desde niño, y parece que no éramos precisamente amigos. Entre los vacíos de mi inconsciente, consigo visualizar a un pequeño infante: luce indefenso, con su uniforme escolar rasgado y sucio. Posee una mirada triste, aquellos ojos llorosos muestran genuino pánico. Quisiera entender qué le ocurre, pero no parece existir contexto.

Posiblemente haya peleado con algún compañerito, es normal a esa edad.

Debo admitir que Aaron Miller es todo lo contrario al niño de mis escasos recuerdos, son opuestos. Él tiene un aura intimidante, te observa como si deseara aniquilarte: sabes que debes huir mientras puedas.

¿Cómo pueden ser la misma persona?

Si me esfuerzo puedo llegar a verlo sentado en el patio del colegio Alpha, rodeado por varios libros coloridos, leyendo con atención. Mierda, me duele la cabeza: siento que toda mi infancia está atrapada en una burbuja oscura, los únicos recuerdos lúcidos que tengo son de mamá.

—¿Y cómo has estado? —pregunto para romper la tensión, esperando no sonar condescendiente. Él sigue manteniendo sus ojos en mí, parece un león que espera saltar sobre su presa.

Me gustaría poder llevarme bien con él, saber que nos conocemos desde antes cambia mi perspectiva. Sé que actúa como si me odiase, tal vez todavía lo haga, pero creo poder remediarlo:

Si es inteligente entenderá que hemos crecido, no tiene sentido guardar rencores infantiles.

—Bastante bien —contesta más tranquilo, su voz suena amigable—. Cuando empecé la secundaria quise meterme en clases de boxeo, mamá estaba encantada. Entrené por seis años, recién hace un par de meses decidí dejarlo para concentrarme más en los estudios. 

Joder, sí que no me conviene llevarme mal con él. 

—Es mucho tiempo —digo impresionado—. Yo no podría practicarlo ni dos días seguidos, es un deporte intenso. —Tomo algunas prendas que están esparcidas en mi cama y comienzo a doblarlas con lentitud. Al terminar camino hacia el armario de madera oscura que está contra la pared, paralelo a la cama.

Era evidente que este chico había hecho algún tipo de ejercicio, no tiene el cuerpo demasiado musculoso pero se nota su figura atlética. El abdomen marcado puede apreciarse incluso con la camisa que trae puesta. Mentiría si dijera que no siento envidia, mi cuerpo es bastante delgado, pequeño. La falta de ejercicio y el no comer adecuadamente tienen sus consecuencias, aunque estoy tratando de mejorar mis hábitos alimenticios.

Tampoco es que parezca un esqueleto, algo de músculo tengo, simplemente mis hombros no son anchos, y junto con mi pequeña cintura dan la impresión de tener el cuerpo andrógino. A mi padre le encanta mencionarlo seguido, diciéndome que parezco un marica asqueroso.

Tiene un serio problema con los homosexuales, los menciona tanto que no me extrañaría si resultara ser uno. Las personas suelen odiar cosas que ven reflejadas en sí mismos.

—Estás irreconocible —hablo al notar que otra vez quedamos en silencio—. La pubertad te pegó demasiado bien, qué envidia.

—Tú también cambiaste bastante, me sorprendí al verte. —Él sonríe mientras se recuesta en su cama, al otro lado de la habitación—. No imaginaba que serías tan bonito.

Me detengo frente a mi armario, desconcertado. ¿Qué demonios? Los chicos nunca dicen cosas así... ¿No? Tampoco es como si hablase con alguno, pero tengo entendido que es poco común. Aunque he visto a varias chicas tratarse de esa forma, tal vez es normal para él.

Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now