Capítulo 8

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Intento creer que todo mejorará, que nada logra afectarme, pero me cansé de vivir entre engaños. Ignorar se ha vuelto costumbre, callarse es un habido, y el dolor permanece.

No estoy bien.

Es inútil negarlo cuando la prueba se encuentra en mi rostro palpitante, mientras nuevos moretones comienzan a formarse. Desde pequeño me pregunto qué hice para ganar su odio, cómo llegué a ser la persona que más desprecia y humilla. ¿No cumplí sus expectativas? ¿Quería un heredero fuerte, autoritario? ¿Pero cómo podría serlo si él me educó para mirar al suelo? Las veces que lo confronté terminaron mal, cuando no hacía lo que ordenaba se ponía furioso.

Patrick nunca quiso un hijo, deseaba una mascota obediente.

Jamás lo fui, ni lo seré. Podré cumplir sus peticiones para evitar más agresiones, pero nunca haría algo voluntariamente, y lo sabe. Mamá tampoco cedía ante él si no era obligada, quizás por eso la maltrataba. Recuerdo cómo las empleadas domésticas hablaban sobre ella, haciendo comentarios como : ''Elizabeth debía callarse, confrontar al señor Evans solo le trajo desgracias'', ''era testaruda, difícil de controlar ''. Y luego se miraban con tristeza, extrañándola. Falleció cuando apenas tenía cinco años, sé que no llegué a conocerla realmente, pero todos en nuestra mansión la adoraban.

Mi madre era buena, su único error fue caer en la trampa de un monstruo, y morir sin llevarme con ella. 

—¡Aquí estás! —una voz alegre interrumpe mis pensamientos, enseguida levanto la vista encontrándome con Jones—. Te estuve buscando.

—¿Por qué? —cuestiono arqueando las cejas. El patio trasero del instituto está desolado, las clases comenzaron hace varios minutos. 

—Se me hizo extraño no verte por los pasillos —comenta sentándose en el banco junto a mí, su cabello rubio es un desastre—. ¿Sueles escaparte a menudo?

—No escapé, llegué tarde a biología. —le respondo sin darle importancia, mis ojos vagan entre la extraña vestimenta que posee. Trae una remera holgada y larga hasta los muslos, de color azul oscuro con tonalidades violetas. En ella se encuentran demasiados puntos blancos, como si fuesen constelaciones. Lo más inusual es que su pantalón es exactamente igual.

Parece el universo con patas. 

—¿Ocurrió algo? —pregunta luciendo seria de repente, al instante toma mi barbilla, observándola preocupada—. Mierda, es un feo golpe.

—Está bien, Jones. —Aparto el rostro, evitando mirarla. Empiezo a sentirme incómodo, odio cuando alguien nota algún moretón, esta mañana no pude ocultarlos. 

—Dominik, nada está bien —dice en tono reprochador mientras su mano toca mi pierna, haciendo que me estremezca. Ella parece notarlo porque la aparta enseguida—. Si Miller volvió a lastimarte debemos hacer algo, tienes que hablar con tus padres: ellos no permitirán este abuso. 

Sus palabras logran congelarme, siento una punzada en el pecho pero la ignoro por completo. Intento respirar profundamente, apretando los dientes. 

—No fue Miller —hablo cabizbajo, Jones parece contener un chillido.

—¿Entonces quién...? —Se detiene, percibo su intensa mirada sobre mí—. Fue tu padre. 

El ambiente comienza a oscurecerse, volviéndose pesado. Es demasiado tarde para mentir, ella lo sabe, y eso me enferma. Las personas desconocen cómo es Patrick en verdad, solo algunos empleados de él saben la realidad: quienes lo vieron golpearme, quienes ignoraron el acto. Wilson fue el único en mostrar simpatía.

Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now