Capítulo 34

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Antes no podía entender cómo las personas perdían la cabeza cuando alguien comenzaba a gustarles, o las decisiones irracionales que podían tomar en nombre de quienes amaban. Tampoco entendía el sufrimiento innecesario que muchos pasan al enamorarse, al entregar sus sentimientos sin cuidado dejándolos vulnerables. Era demasiado fácil juzgar a aquellos que caían en las garras de Cupido, incluso me divertía riéndome de los momentos cursis en mis libros, pero...

 ¿Cómo podré seguir haciéndolo si disfruto tanto sentir la respiración de Aaron sobre mi cuello? ¿Cómo juzgaría a esas personas si a mí también me enloquecen los besos, las caricias, de alguien más? 

Estar con él es experimentar una mezcla de sentimientos contradictorios entre sí, a tal punto que son totalmente opuestos. Es como sentirse seguro y protegido en la boca de una bestia feroz, de un lobo despiadado. Es tenerle miedo y pavor hacia una criatura indefensa, apacible. Aaron puede ser ambas cosas, tanto un animal salvaje como uno doméstico, tranquilo. Cuando esos preciosos ojos se ven inundados en lágrimas, su parte indefensa y sensible se hace presente. Irónicamente le temo más al verlo así, porque sé que soy el culpable, porque su sufrimiento me desgarra por dentro. Pero cuando está enojado, furioso, no soy tan consciente del dolor que le causé y solo pienso en el miedo a que me lastime, sin hacerme responsable de nada. 

Es egoísta, vil. 

El vacío en su mirada, el brillo de genuino sufrimiento que se apodera de ella, me parece mil veces peor que su furia desmedida. 

Y sé que es debido a la culpa, desde que mis recuerdos bloqueados salieron a la superficie de mi mente todo parece estar relacionado con aquel terrible sentimiento. Es por ella que no puedo darle tanta importancia a los maltratos infligidos por Aaron, porque sé que le hice cosas peores, porque me merecía un castigo. Quizás sea algo muy subjetivo, Kara siempre me reprende cuando ve que tengo estos pensamientos, sigue creyendo que el rubio actuó mal al querer vengarse. 

¿Pero qué hubiera hecho yo en su lugar?

¿Qué haría cualquiera en su situación?

Fueron años de agresiones injustificadas, de acoso, de maltrato y violencia. No me imagino lo diferente que podría haber sido mi vida si, además del nefasto padre que tengo, me hubiese tocado tener a un niño acosándome todo el tiempo, golpeándome. Un niño que me impidiera tener amigos, que me aislara de todos, que se burlara y me denigrara por amar a alguien de mi mismo sexo. Un niño que me sometiera, que constantemente me humillara. Un maldito niño que marcara mi cuerpo con una puta navaja. Y para colmo, luego de vivir todo eso, tuviese que reencontrarme con él de la manera más mórbida posible: viéndome obligado a convertirme en su futuro hermanastro. 

El cuerpo pegado a mi espalda se mueve, distrayéndome. 

—¿Estás despierto? —pregunta Aaron adormilado, mientras uno de sus brazos rodea mi cintura con cuidado. Algo húmedo comienza a recorrer mi cuello, me estremezco al darme cuenta de que es su lengua. 

—Ahh... —gimo disfrutando de la sensación, apartándome de aquellos pensamientos negativos pero aún teniéndolos presentes—. Es muy temprano para esto. 

—¿Para qué? —su voz está repleta de fingida inocencia—. No estoy haciendo nada, Dominik.

Quise protestar en broma pero al instante siento algo duro rozar mi trasero, y no llevo nada de ropa puesta.

Maldición, sigo desnudo. 

Su miembro erecto empieza a rozarme con necesidad, llenándome de placer. No me doy cuenta de que mi pene también está duro hasta que siento la mano de Aaron tocarlo, haciendo que suelte un gemido ahogado. Quiero que me la meta. Me apoyo más en él provocando que suelte un gruñido satisfecho, alentándome a mover mis caderas. 

Odio Profundo |BL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora