Capítulo 9

88K 11.4K 10.9K
                                    

Rose tiene los ojos abiertos de par en par, desconcertada.

Tarda varios segundos en reaccionar, pero cuando lo consigue se aparta enseguida de él, mirándolo con asco. Quedo atónito cuando ella le da una fuerte cachetada que resuena en todo el pasillo, aumentando mi buen humor. Ese imbécil arrogante seguramente creía que podía tener a cualquier chica a sus pies, pues ahora acaba de confirmar lo contrario.

—¿Cuál es tu problema? —pregunta la pelirroja, sonrojada. Puedo notar su respiración acelerada, está demasiado nerviosa.

—¿Problema? Aquí no hay ningún problema —responde queriendo acercarse, haciéndola retroceder—. He visto cómo me miras, sé que te gusto.

Kara avanza rápidamente hacia ellos antes de que pudiese detenerla, metiéndose entre medio. Cubro mi boca al ver cómo levanta el brazo y le da un puñetazo brutal, logrando que pierda el equilibrio. Impacta contra los casilleros, tapándose su magullada mejilla con la mano.

—Aléjate de ella —escupe furiosa poniendo a Rose detrás, protegiéndola. Miller la observa con una mirada peligrosa, logrando preocuparme. Puede lastimarla, y no pienso permitírselo.

Camino a paso veloz, ignorando los susurros curiosos de otros estudiantes que se encontraron con esta situación. Me detengo frente a él, apretando los dientes con creciente enojo. Aprovecho su distracción para empujarlo bruscamente, poniéndome delante de las chicas.

—Evans... —Clavando sus ojos en mí, sonriendo cínicamente—. El defensor de los inocentes, ¿no? Qué irónico que intentes ayudarlas.

—Déjalas, Miller —demando cruzando los brazos—. No entiendo por qué buscas tantos problemas, tienes una maldita obsesión. ¿Acaso deseas llamar la atención de tu mami?

—Por lo menos la mía está viva. —Suelta una carcajada que nos asusta a todos. Aprieto los puños, reteniendo el impulso de golpearlo.

—Prefiero que mi madre esté muerta a que sea Rebeca —siseo molesto.

—Chicos, basta. —La voz de Rose nos interrumpe, luce avergonzada—. Si siguen así, los profesores no tardarán en llegar.

—Rojita tiene razón, Evans. —Entrecierra sus ojos, amenazante—. Controla tu jodida boca si no quieres que te la arranque.

—Controla tus malditas hormonas si no quieres que te denuncien por acoso sexual. —Me inclino hacia él, enfrentándolo.

—Fue solo un beso, imbécil —escupe agarrando mi camisa, enredando los dedos en ella.

—Ella no parecía quererlo —contesto desafiante.

—Ese no es tu problema. —Arruga la nariz, enojado.

—Tienes razón, es mi problema —habla Kara, acercándose a nosotros—. Suéltalo, y no vuelvas a molestarnos.

—¿Qué eres, su novia? —pregunta con diversión.

—Soy su amiga —responde entre dientes, levantando la barbilla—. Vas a dejarlo ir porque no te tenemos miedo como todos los demás, bastardo.

Oh, mierda.

Las mejillas de Miller están al rojo vivo, furiosas. Adoro que lo ponga en su lugar, pero si seguimos dejándonos controlar por la ira terminaremos mal. Él inesperadamente afloja su agarre, separándose de mí.

—Es muy dulce que protejas a tu noviecito, lástima que olvidaste un pequeño detalle. —Sonríe pasando la lengua por su labio inferior—. Él se quedará a solas conmigo cuando las clases terminen, y tú no podrás defenderlo.

Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now