Capítulo 5

103K 12K 12.7K
                                    

Cualquier chico normal diría que ir al instituto es aburrido. 

Lo entiendo perfectamente, puede ser agotador pasar las mañanas encerrado en aulas frías, durmiéndote al escuchar la clase de matemática. Muchos deben convivir con la presión de sus padres, quienes los obligan a sacarse notas casi inalcanzables, haciendo que ellos odien aprender. Pero no es mi caso, aquí siempre me he sentido seguro y a salvo. Este es el único lugar donde Patrick no está acechándome, ni esperando que cometa el más mínimo error para saltarme encima. Soy relativamente libre, puedo caminar tranquilo. Por suerte la mayoría de alumnos solo me ignoran, cada uno metido en sus propios pensamientos y problemas. Apenas les hablo lo estrictamente necesario, evitando cualquier charla casual o amistosa. 

Nunca sabes con qué intención buscan hablarte, qué es lo que quieren quitarte. 

Aunque no todo es positivo, hay una chica risueña que siempre intenta conversar conmigo. Su familia proviene de Francia, la madre tiene gran influencia en el mundo de la moda, mas no sé bien en qué área se especializa. Adrienne Jones es una de las mujeres más conocidas de Bittersweet, nuestra ciudad. Su hija adolescente ha salido en algunos programas locales, acompañándola. Debo admitir que la chica, cuyo nombre no recuerdo, parece incluso agradable. Y yo no soy precisamente cortés con ella, sé que está mal evitarla como si fuese una peste. El problema es que me desconcierta su interés hacia mí, también el cómo insiste en conocerme. Supongo que lo económico no tiene demasiada relevancia aquí, los Jones son una familia adinerada. 

¿Mejor estatus social quizás? ¿Algún arreglo de conveniencia? ¿Un matrimonio arreglado? 

Quién sabe, pero tampoco deseo averiguarlo.

Tengo problemas más importantes ahora mismo: Aaron Miller, por ejemplo. Me mantuvo despierto toda la noche, tuve que cuidarme la espalda. No pude descansar nada sabiendo que ese monstruo estaba a pocos metros de distancia, mirándome fijamente. Nunca había sentido tanto miedo y tanta ira al mismo tiempo. Él asesinó a mi gatito, quizás no en el acto, pero murió por su culpa. Mientras estaba despierto, con la habitación en completa oscuridad, planeé mil formas de vengarme y hacerle pagar dolorosamente el crimen que cometió. Terminé llegando a una conclusión deprimente:

No puedo hacer nada.

Miller posee todo el control sobre nuestra situación, además de ser inteligente y físicamente fuerte, tiene un gran respaldo: mi padre parece adorarlo, Rebeca lo consiente cada maldito segundo. Yo estoy solo, nadie querría ayudarme. Así de fácil perdí esta batalla, porque si intento lastimarlo aunque sea un poco, él podría decírselos. Mi piel se eriza al pensar en la posible reacción de Patrick, los golpes que recibiría, cómo me dejaría. Tal vez esté siendo cobarde, pero no vale la pena arriesgarse.

Solo espero que el karma se haga cargo, Miller merece lo peor.

—¡Buenos días, Dominik Evans! —Una voz enérgica interrumpe mis pensamientos, enseguida la reconozco: es esa chica extraña otra vez—. Pareces cansado, ¿quieres un poco de café?

—No, gracias —le respondo, observando la taza vacía que compré hace algunos minutos—. Si tomo más café, moriré.

Normalmente me levantaría del asiento, tomaría mi bandeja y saldría enseguida, alejándome de la chica. Pero hoy estoy sin ánimos, evitarla suena demasiado agotador. Ella quizás sea la persona que mejor me ha tratado en muchísimo tiempo, sea por el motivo que sea, no debería ser maleducado. 

—Entiendo, todo es malo en exceso. —Me sonríe, el cabello rubio cae por los costados de su rostro. Aquellos mechones coloridos, parecidos al vómito de un gnomo, consiguen llamar mi atención: le dan una apariencia inusual—. ¿Puedo sentarme aquí? No quiero molestarte, pero los demás asientos están ocupados y te ves realmente amigable, como siempre —dice sarcásticamente, sonrío entretenido. 

Odio Profundo |BL| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora