Capítulo 53

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Sobre su rostro, casi invisible ante la vista poco entrenada, se encuentran pequeñas y blanquecinas cicatrices.

Un vacío comienza a deslizarse por mi pecho, rodeándolo cruelmente. Los amargos recuerdos surgen del abismo que me absorbe mientras aquellos ojos negros observan con perspicacia, como si supieran el caos que ocasionan. Debo responderle, es descortés guardar silencio cuando alguien te saluda, pero las palabras quedan atrapadas en mi garganta.

—Alex Henderson —murmura Aaron, sus labios están ligeramente separados. Parece aturdido, la viva imagen de alguien que presencia una aparición fantasmal.

—¿Miller? —El moreno apenas parpadea, aturdido—. No es posible, te ves... —Tropieza sin cuidado, luciendo inestable y nervioso—. Diferente.

Hay anhelo en su voz.

—Lo mismo digo, es agradable verte —le responde sonriendo, contengo un resoplido. Siempre muestra antipatía por cualquier ser humano (excepto Rebeca), incluso actuó aversivo conmigo cuando nos reencontramos, ¿por qué tiene que ser amable con él?

—Me sorprende encontrarlos juntos, nunca se llevaron precisamente bien. —Alardea de su gran estatura poniéndose recto, presumiendo el físico entrenado que posee. Aquel uniforme negro, compuesto por una camisa blanca y pantalones ajustados, solo le favorece: marca la envidiable figura. Es más atractivo que yo, ni volviendo a nacer podría igualarlo—. ¿Las cosas mejoraron entre ustedes?

—No estamos aquí para charlar, mesero. —Aprieto ambos puños, irritado. Ellos guardan silencio al instante, mirándome como si los hubiese regañado—. Necesito que tome nuestros pedidos, por favor.

—Lamento molestarlos. —Se aclara la garganta, incómodo—. ¿Qué les gustaría ordenar?

—¿Nos recomiendas algo? —sugiere buscando sacarle tema de conversación. Rechino varios dientes, él lo nota porque enseguida alza las cejas, entretenido.

—Personalmente recomiendo un delicioso pain au chocolat acompañado por alguna bebida hirviendo. —Se acomoda el cabello ondulado y largo, ocultando algunos mechones detrás de sus orejas perforadas—. Hace demasiado frío, nuestra especialidad es mantener a los clientes satisfechos y calientes.

—Suena a una perfecta denuncia por acoso sexual —espeto enderezándome en el asiento.

—Su sentido del humor es curioso, joven Evans. —Clava las pupilas sobre mí, estas comienzan a dilatarse—. Pero me temo que no pretendía sonar malicioso.

—Quisiera ordenar dos pain au chocolat —interrumpe rápidamente Aaron, prediciendo la discusión que podría darse—. ¿Y tú, am...? —Tose repetidas veces, sonrojándose—. ¿Y tú, Dominik?

—Lo mismo —contesto intentando disimular mi desinterés. Pensar en comida es imposible cuando solo deseo apartar al rubio del moreno usurpador.

—Excelente, ¿con qué bebidas? —Apoya la cadera contra el borde de nuestra mesa, ni siquiera está anotando lo que le decimos.

—¿Cuáles hay? —Alex dirige su atención hacia mi novio mientras se pasa una mano por el cabello, luciendo avergonzado.

—Dios, qué despistado soy, olvidé darles el menú —informa listo para entregarnos dicho objeto.

—No es necesario, pediremos dos cappuccinos —hablo con urgencia—. Puedes retirarte.

—Vuelvo en unos minutos —dice complaciente, obedeciendo la orden indirecta. Su esbelto cuerpo se aleja lentamente, liberándonos de los descarados coqueteos hacia alguien que no está ni estará interesado en él porque es mío.

Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now