Capítulo 49

159K 9.3K 24.4K
                                    

Por primera vez en mucho tiempo me siento cómodo al ver mi reflejo.

He oído hablar mil veces sobre el amor propio y su importancia, algunas personas alegan que es fácil de conseguir, como si fuese un artículo que pudieses comprar. Ellos están equivocados, la realidad es más desalentadora: cuesta amarse. Cuando creces en una sociedad con estándares de belleza inalcanzables, estereotipos absurdos y una familia que los alienta, sueles odiar cada cosa que ellos consideran defectos. Te preguntas si solo eres un montón de imperfecciones sin algo bonito para mostrar, algo admirable que felicitar. 

Terminas odiando cada peculiaridad en ti.

No soy el prototipo de hombre, nunca hice deporte en mi vida y mis músculos apenas son perceptibles. Por genética tengo baja testosterona, impidiendo que crezca vello facial, siendo otro de los motivos que Patrick toma para burlarse. Pero varias cosas mejoraron, antes tenía ojeras demasiado prominentes, la dificultad para ingerir alimentos tampoco ayudaba. 

Seamos honestos, parecía un personaje de Tim Burton.

Ahora es diferente: he podido descansar correctamente y, aunque todavía me cueste comer sin que las ganas de vomitar aparezcan, consigo terminar un plato entero. Aún es difícil hacerlo cuando Patrick está cerca, pero estoy trabajando en ello. Aunque él se mantiene extrañamente distante, apenas me ha dirigido alguna mirada estos días, Rebeca debe tenerlo muy distraído. 

Nunca vi mi piel tan limpia, casi sin evidencia de agresiones o abusos.

Todavía quedan algunos moretones, en su mayoría hechos por Fred. Me alegra saber que no se fue con las manos vacías, también le dejé unas cuantas marcas de recuerdo. Puede que suene vengativo, yo lo considero justo: sigo creyendo que las personas deben pagar por sus malas acciones. En fin, será mejor olvidarme del innombrable, hay cosas más interesantes que requieren mi atención. 

Lo que deseo hacer con Aaron es una.

Mientras gozaba en la enorme bañera, permitiendo que el cálido vapor desapareciera toda esa tensión acumulada, reflexioné sobre mi inexperiencia. Muchas veces tuve la iniciativa en nuestros encuentros sexuales, pero nunca intenté cosas nuevas. Aaron, pese a que también cargaba con su propia inexperiencia, fue descubriendo puntos sensibles en mí que ni yo sabía que existían. Al principio era brusco, lo cual vinculaba con el odio que me tenía, cuando realmente era por su desconocimiento del tema. En poco tiempo comenzó a ser cuidadoso, cada roce parecía fríamente calculado, él conocía las reacciones que causaría. 

Necesito saber cómo lo aprendió. 

Solo me dejo guiar por instintos, mis acciones no son premeditadas. En cambio Aaron se ha vuelto cauteloso, como un lobo acechando a su oveja favorita. Y yo ansío volverme una serpiente que discretamente va enrollándose sobre alguna desdichada criatura hasta devorarla, saciándose. Quiero hundir las manos en sus bellos muslos, inclinándome encima de aquel prominente miembro para comenzar a lamerlo. Anhelo observar cómo se estremece ante mi tacto, los jadeos que podría sacar de esos pecaminosos labios. Pero luego pienso...

¿Y si lo muerdo por accidente? 

Es probable si no tienes experiencia, he oído casos alarmantes correr entre los pasillos del instituto: chicas o chicos que, debido a la inocencia, cometen atrocidades. Por dicha razón no intenté hacerle un oral. Quiero que goce, no que se asuste y me prohíba acercarme a su pene.

Fuera preocupaciones, a la mierda las especulaciones, necesito tenerlo en mi boca. 

—Aaron siempre es quien me complace, esta vez lo haré yo —susurro mirándome en el gran espejo empañado, con una toalla alrededor de la cintura. Tengo el rostro sonrojado, probablemente por los pensamientos para nada puros que han inundado mi mente.

Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now