Capítulo 33

95.3K 9.3K 21.5K
                                    

Me encuentro caminando por toda mi habitación, intranquilo. No puedo detener mis pies, ni la necesidad de tocar mi cabello con desesperación, como si fuese un tic nervioso. Hace tres horas que llegué a casa, tres horas desde que Kara dijo que iría a hablar con Aaron. No hay señales de vida de ninguno, ni él regresó ni ella me mandó algún mensaje.

 Estoy en crisis. 

Era necesario aceptar el trato traicionero de mi mejor amiga, conociéndola sé que si no lo hacía ella no me dejaría hablar con el tal Liam. En verdad quiero ayudarla, y quiero demostrarme a mí mismo que puedo ser un buen amigo, que puedo devolver todo lo que la rubia ha hecho por mí. Sin mencionar que se notaba de lejos lo mal que estaba por la situación, no le haría nada bien enfrentar ella sola a ese tipo. Francamente también me da miedo que él sea peligroso, jamás permitiría que le hiciera daño a Kara. Aaron es agresivo pero dudo que llegue a lastimarla, además desde hace tiempo está tranquilo en todos los sentidos, no he oído que maltrate a más personas.

Bueno, sin contarme a mí, claro. 

En fin, lo único que me vendría bien ahora es dejar de darle vueltas al asunto. Necesito un baño caliente, con el agua hirviendo a todo lo que da. Y si la bañera contiene ácido sulfúrico, mejor. 

El ruido de la puerta siendo abierta bruscamente hace que me detenga en seco, congelándome en mi lugar. Siento cómo el temor se estanca en mi pecho, la respiración agitada que escucho detrás de mí solo consigue alterarme más. Con lentitud empiezo a darme vuelta, logro ver poco a poco lo que tanto quería evitar encontrarme: un Aaron furioso. Mis ojos quedan atrapados en los suyos, quienes me miran con una ira indescriptible.

Saltar por la ventana parece ser mi mejor alternativa. 

— ¡Tú! —grita enfurecido cerrando la puerta con demasiada fuerza, la habitación retumba—. ¡Voy a matarte! 

Sí, definitivamente es una excelente alternativa.

Me aterra pensar en lo que Kara pudo haberle dicho para enojarlo así, creo que selló mi sentencia de muerte. 

— Puedo explicarlo —digo rápidamente, defendiéndome.

— ¡No quiero una maldita explicación! —escupe caminando a paso arrasador, parece Lucifer en persona, y no el hombre guapo de la serie televisiva, sino el aterrador con cabeza de cabra—. ¡Tuve que dar malditas explicaciones por tres horas! ¡Y aún así me golpeó, esa salvaje!

Ante sus palabras me quedo viéndolo incrédulo, incapaz de decir nada. ¿Aaron dando explicaciones?  Suena como un chiste de mal gusto, él no da explicaciones. Y en el caso de que las diera... ¿Por qué lo haría? Bueno, Kara sin dudarlo se las pediría al ver mis golpes, el problema es que el rubio se mantendría callado. En realidad esa sería la mejor opción, decir una cosa puede llevar a revelar otras y no quiero que mi amiga sepa todo lo que ocurrió. Espero que él haya mentido. Maldición, Aaron ni siquiera suele mentir, aunque sé que sabe cómo hacerlo. 

El hilo de sangre que cae sobre la mandíbula del rubio llama mi atención, observo más cuidadosamente dándome cuenta que tiene el labio inferior partido. Una espantosa idea bloquea mi mente. 

— ¿Lastimaste a Kara? —pregunto temiendo su respuesta, él suelta un bufido mientras sonríe con ironía. 

— ¿Yo lastimarla a ella? —pregunta acortando la distancia entre nosotros, quedando a pocos centímetros de mi cuerpo—. ¡Tu amiga es el animal salvaje que saltó sobre mí! ¡Está loca! 

— ¡No digas eso de ella! —suelto enojado, nadie habla así de Kara—. Además eso suena a una gran mentira, mi mejor amiga es pacifista. 

Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now