Capítulo 11

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Lo malo de que el tiempo pase demasiado rápido cuando te diviertes, es que cuando tu vida es un infierno las horas parecen demorar años. Hace un mes que Kara me encontró en ese salón vacío, pero se sintió como si hubiesen pasado siglos. Cada día es un tormento nuevo, no sé cuánto pueda soportarlo así. Aaron busca la más mínima oportunidad para joderme la existencia, y yo se lo permito, dejé de luchar. 

¿De qué me serviría hacerlo si encima creo que me merezco lo que hace? Si Kara me escuchara ahora, seguramente me golpearía ella misma. Tuvimos esa conversación hace un par de semanas, me abrí más con ella y le conté lo que había ocurrido. Al principio me retó diciéndome que no por tener una mala vida, debía arruinar la de otros. Le di toda la razón. Luego me dijo que era un completo imbécil si creía que merecía el maltrato de Aaron. 

— Estuviste horrible, Dominik. — me habló seria. — Entiendo por qué ese idiota quiere lastimarte, pero eres un imbécil si crees que mereces todo lo que te hace. — suspiró negando con la cabeza. — Si estuviera en su lugar yo definitivamente te odiaría, pero no al punto de querer matarte a golpes. Y si me contaras el motivo por el cual eras un abusivo... te hubiese entendido. No perdonado, eso sólo se conseguiría con mucho esfuerzo. 

Lo último que dijo me dejó pensando. Perdonar. ¿Habría una forma posible en la que Aaron me perdonara? Bueno, para eso tendría que dejar de querer destruirme primero. Con ella hablamos de formas en la que mi situación pudiese mejorar, y llegamos a la conclusión de que no había forma posible. Suena pesimista pero es real. A él todo lo que hago le molesta: si lo confronto, si no lo confronto, si soy amable con él o si lo trato como la mierda. Simplemente le molesta mi existencia, por ende haga lo que haga me ganaré desprecio y golpes de su parte. Por este motivo siento que no puedo con la situación, me está agotando demasiado. Todo el tiempo trato de que él no note mi presencia, llego en completo silencio a nuestra habitación e incluso hago el menor ruido posible, pero de una forma u otra logra encontrar algún motivo para saltar encima de mí y lastimarme todo lo que puede. Cuesta ocultar los moretones. 

Esto no es vida. 

Siento que mi estúpido plan va a terminar muy mal. Ni siquiera se lo comenté a Kara porque me diría que no tiene sentido y soy un tonto si me arriesgo a disgustarlo más de lo que ya está. Sé que le daría la razón, pero necesito intentarlo. Aaron amaba leer de niño, siempre corría con un montón de coloridos libros y cada vez que sostenía uno se veía feliz, lleno. Entonces se me ocurrió que podría darle uno. Es algo que no se esperaría, quizás con muchísima suerte hasta le agrade el obsequio. El problema es que necesitaba encontrar uno que tuviera la certeza de que le gustaría y además el momento adecuado para dárselo. Lo primero ya lo resolví; observándolo un poco noté que le gusta bastante la filosofía (gusto que compartimos), lo he escuchado en más de una ocasión profundizar sobre temas intrigantes. Con esa información tomé un poco de mi dinero ahorrado y fui a la librería. 

Quería encontrar algo que mezclara la filosofía con otros géneros, fue ahí cuando lo vi: ''el retrato de Dorian Gray'' por Oscar wilde. Nunca lo leí pero siempre me intrigó, por lo que terminaré leyéndolo algún día. Sé un poco de qué trata y creo que podría gustarle, aunque es bastante conocido dudo mucho que lo haya leído ya que se la pasa mirando series y no tiene un solo libro en la habitación. Quizás sabiendo esto no debería dárselo, pero sé que todavía queda una parte de ese niño que amaba leer. 

— ¿Otra vez veo tu patético rostro aquí? — la voz irritada de Aaron me asustó, casi caigo de mi cama. — Pensé que estarías con tu noviecita. 

Mierda, se suponía que debía ir a casa de Kara hoy. Espera, ¿cómo lo sabe? 

— No es mi novia. — le respondo tratando de sonar tranquilo, pero su sola presencia me aterra. El miedo a que cambie de humor drásticamente y en vez de burlarse de mí, me golpee. — ¿Cómo sabes que tendría que estar con ella?

— Ahora lo sé. — contesta acercándose a mí.

No me jodas... ¡Mierda! Me delaté solo. Desde aquél día que me golpeó en el salón, trato de tener cuidado con el tiempo que paso con mi amiga. Él no es idiota, se dio cuenta de que somos muy cercanos, por ende ella corre peligro estando conmigo. Fue muy claro al decirme que me haría lo mismo (y mucho más) que le hice, eso incluye dejarme sin amigos. Sólo tengo a Kara, no quiero perderla. Luego de enterarme que era Sunlight, nuestra amistad se fortaleció muchísimo. Por este motivo intento que no nos vea juntos, quiero protegerla de todo esto. Me da miedo que se haya dado cuenta, además de que nadie le saca de la cabeza que es mi novia, lo cual la pone más en peligro todavía. ¿Qué podría hacerle a una chica que estuviese conmigo en ese sentido? Nada bueno. Lo único positivo es que no tengo ni el tiempo ni las ganas de tener novia, no me interesa, jamás me atrajo ninguna. 

Supongo que no soy del tipo de chico que se enamora.

— ¡Te estoy hablando! — su grito junto a un fuerte impacto me sacan de mis pensamientos, golpeó con fuerza mi mejilla. Es inusual que me golpee allí ya que últimamente trata de golpearme en lugares menos visibles porque, aunque a mi padre no le importe, en el instituto ya vio que llamaba la atención (por más que trataba de ocultarlos con maquillaje de Kara).

— ¿Qué? — pregunté sosteniendo con fuerza mi mejilla. Odio ser tan débil, el no tener la fuerza suficiente para defenderme de él, pero supongo que tampoco lo haría teniendo en cuenta que me merezco esto. 

— ¿Eres sordo acaso? — me agarra con fuerza del cabello obligándome a verlo. — Te dije que no quiero verte de nuevo con esa chica, es mi última advertencia. 

Siento que me hierve la sangre, no quiero que me aleje de ella. 

— ¿Tan celoso te pone? — solté sin poder contenerme. — De ser así me hubieses dicho antes y pasaría mi tiempo sólo contigo. — cada palabra salió con asco de mi boca. 

De un fuerte empujón me dio contra la pared pegada a mi cama, gemí de dolor. 

— Te crees muy gracioso... — se subió encima de la cama, traté de alejarme pero ya me había acorralado. El corazón me late demasiado rápido. Está a muy poca distancia de mí y sus ojos me miran como si quisiera asesinarme. Quiso acercarse más a mí pero puse una mano en su pecho, estoy temblando. Él lo notó.

— Por favor. — susurré apartando la mirada de él, necesito salir de esta ya. — Tengo un regalo para ti.



Odio Profundo |BL| ©Onde as histórias ganham vida. Descobre agora