• CAPÍTULO 8 •

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Ya es fin de semana y me estoy desesperando porque no he salido a ver a Derek. Lo hecho mucho de menos, pero éste espacio que nos hemos dado ha servido para que su corazón se abra más hacia mi.
Me ha estado llamando en las noches y me ha estado repitiendo que no me junte con nadie y que no le gustaría enterarse que alguien me vio de mala manera.

Sé que los celos no son buenos, pero que mi maestro se exprese así me da a la ilusión de que tal vez quiere algo más serio conmigo.

Salgo de la ducha, es de noche y acabo de hacer mi rutina de ejercicio en el gimnasio de Ruggero.
Me envuelvo en una bata de baño y salgo por mi teléfono para ver si Derek ya me mandó mensajes.
Pero antes de tomarlo, escucho un fuerte ruido en la ventana.

Me sobresalto tras otro gran golpe que se escucha y me asomo pero no hay nada.
No es que sea miedosa, pero vamos, ¿Quién no le teme a los ruidos?
Otra vez se escucha y veo una sombra.

—¿Hay alguien ahí? —Vuelvo a asomarme pero no hay nada, así como tampoco hay viento.

Prendo todas las luces de la recámara y una vez más se escucha el ruido pero acompañado de nuevo con una sombra.

—¡Me voy!—Exclamo cuando salgo corriendo de la habitación y escucho de nuevo el ruido.

Retomo mi postura porque hay personas en los pasillos; son la seguridad de la casa que se pasean con las armas.
Me envuelvo bien en la bata y siento una brisa recorrerme por todo el cuerpo, como si fuera un escalofrío que surgió de la nada.
Quiero entrar a mi recámara, pero me da miedo.

—¿Todo bien, señorita?

—Si. Mmh, ¿La habitación de Ruggero?

—Es ésta. —Me señala y yo sé que le debería de tener más miedo al señor con la ametralladora pero no.

—Gracias. —No me esfuerzo en tocar la puerta, así que la abro y lo primero que veo es a él hablando por teléfono... Está en bóxer nada más.

—Quiero que me avisen más tardar mañana en la mañana si la mercancía ya les llegó a los Rusos y colombianos por favor. No quiero errores. También dile a tu superior que la carga de marihuana ya va en camino con mi gente. —Me mira de reojo con el ceño fruncido—Bien, confírmame después, adiós.

Cierro la puerta detrás de mi y sé que me veo muy absurda, pero yo a mi habitación no vuelvo ni loca.

—Hola.

—¿Te sientes mal? ¿Necesitas algo?

—Yo...—Es imposible no recorrer con la mirada ese perfecto cuerpo que se nota que lo matan en el gimnasio—Escuché ruidos en mi ventana.

—¿Y tienes miedo?

—Mjm.

—Creí que no le tenías miedo a nada.

—No le tengo miedo a los vivos, pero sí a los muertos.

—¿Hablas de que crees en fantasmas?

—¿Tú no?

—No.

—Sí que existen.

—Nunca he visto uno.

—¿Sabes qué? Fue un error venir, ya me voy. —Me dispongo a tomar la manija de la puerta pero él me detiene con su voz.

—Quédate. No hay problema.

—¿Para que abuses de mi? Mejor no.

—Jamás te tocaría un sólo pelo. Además es mi deber protegerte aunque sean de los "fantasmas" que dices que escuchaste.

Tú, Yo y El Mal Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin