• CAPÍTULO 9 •

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Me despido de Antonio cuando subo al auto que me llevará a la universidad. En el desayuno rulitos estuvo callado en todo momento y después de la plática que tuvimos anoche no sé qué pensar.

Llego a la universidad a tiempo y me saludo con algunos de mis amigos que se alegran de volver a verme.

Tomo mis primeras clases y me encuentro con Liam en el almuerzo. Adoré cuando me estrechó en sus brazos y me dijo que me había extrañado.
Pero después se enfureció cuando Valentina lo golpeó en el brazo y lo hizo alejarse para abrazarme a mi.

Nos pusimos al día y me platicaron todo lo que había estado sucediendo en mi ausencia. Tenía que ponerme al corriente con las materias y unos exámenes ya se acercaban.

Les conté sobre la lagartona y hasta a ellos mismos les cayó mal y eso que aún no la conocían.

[...]

—Vaya, hasta que la señorita Sevilla se digan a aparecer. —Exclama el maestro y todos se quedan callados al momento de salir del salón—¿Cree que esto es un hotel en donde puede venir cuando se le pegue la gana?

—No señor.

—No señor. —Me arremeda—Yo no sé lo que digan sus demás maestros, pero las faltas en mi clase tienen consecuencias ¡Y va para todos!—Grita—Acompáñeme a mi oficina porque le daré un citatorio.

—¡Pero...!

—¿Pero? ¡Cállese y camine! ¡Y no me obligue a llamarle a sus padres!

—Sí profesor.

Me cuelgo mi bolso algo apenada por las miradas de mis compañeros.
Camino detrás del maestro y cuando cierra la puerta detrás de mi, escucho el pestillo.

—¡Ven aquí pequeña!—Me río y me arrojo a sus brazos—Te eché tanto de menos.

—Por un momento creí que sí me estabas regañando.

—Claro que las faltas sí tienen consecuencias para ti. —Siento su mano meterse debajo de mi falda. Él es directo, él va y me manosea a su gusto, recargándome en su escritorio para que no tenga salida—Creo que amerita unos buenos azotes.

—No por favor. —Le suplico, pero ¡Obvio que quiero!

—Oh si. —Me "resisto" todo lo que puedo pero él no para de forcejearme hasta ponerme boca abajo en su escritorio con mi trasero a su vista—Aprende a ser una buena niña.

El primer azote y no puedo tener más grande la sonrisa de satisfacción.
Los ruidos se escuchan por toda su oficina, los ruidos que provoca su mano en mi trasero, piel con piel. Y aunque me arde, me gusta.

Gimo cuando se quita la corbata y me la amarra en el cuello como si fuera una correa.
Los azotes continúan y ya me siento muy mojada.

Su primera estocada se hace presente sin avisar.
Jala la corbata para ahorcarme y no deja de penetrarme duro contra el escritorio

Ese Gemido, labios rosados, carnosos, cuerpo esculpido por los mismos ángeles, cabello con rulos, ojos penetrantes, autocontrol de sí mismo, sus manos sobre mi, sus besos en mi cuello.

No puedo dejar de pensar en aquel chico de rulos y eso me afecta, ¡No quiero pensar en él!

Cierro los ojos tratando de concentrarme en el placer que siento pero de nuevo rulitos aparece en mi cabeza.
El beso que nos dimos en su oficina hace que me vuelva loca. El haberlo visto sin camisa, con sólo ropa interior me provoca tanta excitación que siento mi vagina contraerse en el pene de Derek.
Mi clímax está cerca y la imagen de aquel chico no se borra de mi mente.

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora