• CAPÍTULO 11 •

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Me gustaba el cómo eran los amigos de Ruggero. Ellos sí que tienen carisma, nada que ver con el maldito jefe que siempre se la pasa con su cara de amargado.
Entro al comedor y veo que Agustín y Simon se vistieron decentes y tienen papeles en las manos; puedo alcanzar a ver que dice: "Proyecto E".
Si, esos chicos están locos. Quieren probar la Etorfina y controlarla para inyectarla en humanos, lo cual es aterrador.

Me siento a un lado de Maxon quien se ríe de los chicos porque están preparando lo que le dirán.

—A veces los miembros de la Élite pueden llegar a sorprenderme.

—Digo lo mismo.

—Y aquí vienen las tesoritos. —Miro hacia su dirección y veo a la Lagartona caminando junto a la que ahora ya sé que se llama Sophia; joder, sí que es hermosa.

En seguida llega Dalton junto con Ruggero y cuando me visualiza, frunce el ceño.

—Tu lugar es conmigo, Princesa.

—¿Qué tiene de malo que me siente aquí?

—Se obediente mi amor. —Creo que todos se quedan callados cuando me dice tal apodo y es tanta la incomodidad que mejor decido obedecerlo.

El timbre suena y sé que es mi hermano así que le aparto la silla de mi lado para que se siente, pero Simón y Agustín me fruncen el ceño pues ellos le habían apartado su lugar.

—Buenas tardes. —Saluda.

—Te guardé un lugar, ven, siéntate.

—Hola pequeña. —Antes de sentarse me da un beso en la cabeza y cuando se posa a mi lado, frunce el ceño al ver a Ruggero—Señor Pasquarelli.

—Señor Sevilla.

—Mi hermana me invitó, espero que no haya problema.

—¿Por qué debería serlo? Seremos familia, ¿O no?

Le tomo la mano a mi hermano para que se tranquilice y y todos comienzan a comer.
Es algo incómodo, porque lo que yo veo es que los chicos están nerviosos por hablarle a mi hermano y es aquí donde me pregunto: ¿Qué mierdas hace mi hermano en el laboratorio para ser tan admirable?

—Hermes, Hola. —Comienza Dalton—Hace tiempo que no te veíamos.

—Dalton.

—Escuchamos de tu invento de MOOFO, una excelente sustancia y muy deliciosa. —Habla Simón—Jamás se nos hubiera ocurrido.

—Si bueno, sólo jugaba con sustancias.

—Tal vez algún día nos puedas ayudar, hay una vacante en la Élite. —Veo que Ruggero lo fulmina—Sería un placer que trabajases con nosotros.

—¿Con ustedes? O con el proyecto E. —Agustín lentamente esconde su carpeta con una sonrisa fingida—Lo leí, ¿No se cansan de perder su tiempo?

—Algún día la podremos controlar.

—Si, no lo creo.

—¿Por? Somos muy capaces.

—¿Cuántos años llevan en eso? —No hablan—Exacto, muchos.

—Y estamos cerca de descifrarlo.

—Les ahorro trabajo, es imposible.

—¿Por qué lo dices?

—Porque yo también traté de trabajarla. —Ambos chicos se sorprenden mientras que yo no tengo ni la menor idea de lo que hablan—Hace unos años comencé, pero me di por vencido el año pasado.

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora