• CAPÍTULO 47 •

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Pido la ubicación de Karol y me dejo caer en el sofá con los codos sobre las rodillas y las manos en el rostro.

Tengo suficientes problemas ahora como para que ella me venga con sus idioteces de gastarse todo mi dinero a lo estúpido.

—Mi rey, ¿te encuentras bien?—el cálido brazo de Natalia sobre mi espalda me estremece y recuerdo lo que sucedió hace ya varias noches que se metió a mi cama y me tocó—¿quieres agua?

—¡Largo!—le grito a las criadas y corren para salir del salón. Suspiro echándome en su hombro ya que estamos solos—Ya no la aguanto. Te juro que, es la mujer más difícil que he conocido. Me viene con sus tonterías y no se da cuenta que de por sí hemos perdido a muchos hombres.

—Déjala. Mátala y torturala. Pero déjala ya de una vez.

—Es que no me entiendes. Hace todo esto para volverme loco y no sólo consigue eso, sino que consigue que me vuelva más loco por ella.

—Te gusta mucho por lo que veo.

—Demasiado.

—Nunca me has dicho con claridad. ¿Qué es lo que sientes por ella específicamente? —me acomodo en el sofá y quedo recostado con la cabeza sobre sus piernas. Es momento de desahogarme—Dime lo que te hace sentir, te escucho.

—Enojo, frustración, irritación, cero tolerancia, malhumor, desesperación. Me hace sentir colérico, feroz, salvaje, enfadado, con ganas de destruir una ciudad entera.

—Oh vaya, continúa.

—Es muy difícil. ¿Te conté alguna vez que cuando la traje a la mansión, me hizo gastar mucho en ella? Su intención era fastidiarme para que la dejara en paz. No lo consiguió. Tenía mucha tolerancia pero desde que la conozco bien, mi tolerancia se ha ido a la mierda.

—Te entiendo.

—No, no me entiendes.

—La verdad no. ¿Por qué alguien como tú querría aguantar todo eso?—me echo el brazo sobre los ojos para tratar de relajarme.

—Me hace sentir vivo.

—¿Cómo?

—Le gusta competir como a mi. Nos divertimos cuando lo hacemos y nos encanta sentir la satisfacción cuando ganamos en algo.
¿Sabes? Me gusta hacerla reír. Pocas veces lo consigo porque siempre me anda asesinando con sus ojos; joder sus ojos son preciosos.
Me fascina su forma de ser, me fascina su cuerpo, me fascina su intensidad al hacer las cosas.
Vivo aventuras con ella, aventuras peligrosas.

—¿Cuál ha sido tu mejor momento con esa niña desde que la conoces?

—No podría decidir en uno nada más, pero el más reciente fue ayer cuando...—sonrío—cuando su helicóptero iba a explotar y saltó a mis brazos desde el aire.

—¿Y por qué te gustó eso?

—Porque confió en mi. Por eso. Y me vuelve loco que se haya gastado millones de mi dinero. Pero me vuelve más loco que no haya tenido miedo en hacerlo porque sabe que no le haré nada, sabe que sería incapaz con ella.

—Tal vez por eso no la controlas. Porque a lo mejor siempre piensa que te pasará por encima y que siempre se saldrá con la suya.

—Exacto. Sé que piensa eso y me molesta. Pero hay... hay algo en ella que, no se, me atrae demasiado.
La manera en que cogemos es asombrosa. Te digo que nosotros nos divertimos compitiendo y en la cama no es una excepción. Siempre la quiero dominar, pero ella siempre me quiere dominar a mi y entonces ahí es una competencia de nunca acabar donde nos partimos de risa cuando hacemos algo.
Una vez ella quería montarme, pero yo quería hacer una posición diferente para penetrarla más sabroso.
¿Sabes lo qué pasó? Rodamos por la cama golpeándonos hasta que caímos al piso y nos partimos de risa. Joder, es que con ella es una cosa nueva cada día.
Tiene su lado salvaje y apasionado al igual que yo así como también tiene un lado posesivo —me imagino aquel momento en Seattle—La vez que me aclaró que era suyo y de nadie más, fue increíble. Me encanta que sepa que soy de ella. Me encanta que cuando se sintió amenazada por ti, te puso en tu lugar.
Pero es que así es ella. Cuando se siente inconforme con algo o le molestan las actitudes de los demás, ella lo expresa y por eso hoy en día se lleva terrible con mi padre. No le da miedo nada.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now