• CAPÍTULO 13 •

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No se cuánto duré mirándola, pero lo que sí sé es que se ha enojado pues se ha metido a la casa para que ya no lo haga.
Me quedo ahí en el balcón por un rato y cuando me canso, decido regresar al salón de la élite.

—Esa chica me gusta mucho. —Escucho a Simón—Aparte de sexy, tiene carácter fuerte.

—A mi también me gusta. —Habla Dalton y Agustín le continúa.

—Ella será mía, la rubia va a caer en mis encantos.

—¿Rubia?—Indaga Hermes—No. Ella no.

—¿Por?

—Porque no, punto.

—¿Por? Tiene que haber un motivo.

—Es la mejor amiga de mi hermana.

—¿Y?

—Zenere. —Los interrumpe Dalton, mi amigo que al parecer la buscó en su IPad con súper tecnología de hacker—Sabía que la conocía de algún sitio.

—¿De la familia Zenere? ¿Los de exportación de armas radioactivas que exportan a los terroristas?

—Ya lo recuerdo, yo la vi una vez que fui con Ruggero a una emboscada. Sus padres estaban ahí y la vi pasar, recuerdo que se me hizo muy hermosa.

—Guau, me he enamorado más.

—¡Cierren la boca!—Grita Hermes golpeando la mesa que tiene a un lado—¡Con ella no! ¡Punto!

—Ow, al niño Sevilla también le gusta la rubia.

—Cállate Ana. Y no me gusta, pero sólo digo que con ella no se metan porque me voy a enojar mucho si los llego a ver mirándola de mala forma.

—No hay nada que palabras bonitas no la conquisten. —Dice Simón—Se me da muy bien hacerle de Romeo.

—A ella le gusta la inteligencia de seguro. —Se defiende Dalton—Todos aquí sabemos que yo soy el cerebro de la élite.

—Puede que seas el cerebro de la élite, pero en la tecnología. Yo soy el cerebro de lo científico y eso les gana a muchos. —Agustín se justifica y mejor me marcho. No me gusta perder mi tiempo en payasadas.

Me encamino a su habitación y no está, como tampoco están los coches de sus amigos y no me quiero ni imaginar que se haya escapado.

Camino furioso para irla a buscar pero la veo salir del gimnasio en ropa deportiva.
Ella no me ve, pero yo sí y la sigo hasta perderla en su recámara.

Se escucha la ducha, así que me paso y voy de corrido a ver lo que tiene.
Tiene que tener un punto débil.

Recorro con la mirada todo y veo que para empezar, no ha desempacado la ropa que le compré.
Tiene marcos de fotos, en la mayoría está Hermes y su papá. Hay fotos con sus dos amigos, su mamá y nada más.
No hay nada que me sirva así que abrí uno de sus cajones y me encuentro con toda su ropa interior.
Quiero olerla... es lo primero que pienso pero luego recuerdo que no la hice llegar al orgasmo oral y eso me pone de malas así que lo cierro y voy con el siguiente.

No encontré nada, y cuando estaba apunto de cerrarlo algo me llamó la atención.
Era un brazalete, pero estoy seguro que es de hombre porque lo he visto antes; sólo que no recuerdo de dónde.

Lo tomo, es de oro y me siento tan absurdo por sacar cosas de mi cabeza que tal vez no sean ciertas.
Lo vuelvo a poner en su lugar y abro más cajones pero nada, no hay nada.

Hasta que veo su teléfono.
Lo tomo de prisa y me fascina que no tenga contraseña.

Lo primero que veo es que tiene un chat lleno de mensajes sin leer y lo presiono para ver.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now