• CAPÍTULO 83 •

1.2K 175 44
                                    

El lunes había llegado, nuestro fin de semana había pasado y debo admitir que fue lindo mientras duró.
Esta noche soñé algo particular, algo fuera de lo normal que sin duda yo jamás soñaría.

Estaba en la calle con Karol tomado de la mano, y de repente una mujer hermosa me hablaba. Cuando la mujer se fue, Karol se había enojado que porque según la había visto de más, y en medio de la calle me soltó una cachetada para que aprendiera, ya que anteriormente me había dicho que me golpearía.
Al sentir su impacto en mi mejilla me levanté sudado y asustado, me di cuenta que todo había sido un sueño y que Karol descansaba a mi lado como una tierna bebé.

Ya estábamos en la mansión, no sabía dónde estaba ella y yo me había puesto a trabajar en unos negocios de entrega de mercancía, pero mi sueño aún seguía rondando en mi mente, inquietándome, así que fui por un vaso de jugo de naranja para distraerme un rato.

—Ojeras, manos temblorosas, exceso de perfume para ocultar el olor corporal fuerte —Carmen, la psiquiatra de Karol—Usted no está bien, ¿cierto? ¿Muchos problemas?

—Estoy bien.

—No, no lo está. Esta así por la actitud de Karol, ¿me equivoco?

—Si, se equivoca, a mi me gusta que ella sea así.

—Miente —dice cuando intento marcharme. Esta igualada me está retando—Los vi entrar, usted parecía asustado al estar a su lado. Por eso no veía a ninguna de sus empleadas, ¿verdad?

—Jamás estaría asustado por ella. Y si yo no quiero ver a ninguna otra mujer es porque yo no quiero.

—Ahí está el problema —sonríe victoriosa—Karol no quiere que mire a otra, ¿ajá? —no digo nada, simplemente me empino el jugo—Bueno, pero si usted dice que no tiene ningún problema con su actitud pues no pasa nada. Me retiro señor, con su permiso.

Pero la duda me invade, mi boca habla sin pensar.

—¿Ella era así? —se detiene, y miro a los guardias que vigilan la cocina—¿Ella era... así con Moore?

—No tengo permitido hablar sobre la vida de mi niña.

—¿Su niña? ¿Acaso quiere a Karol ya como su hija? —sonríe despreocupada. Guau, hasta parece que no está hablando con un mafioso que la puede matar rápido. Vieja igualada.

—Si, le tengo mucho aprecio.

—Sólo sáqueme de esa duda —me aclaro la garganta—¿Cómo era su relación con el General Harry?

Ella hace una pausa, despreocupada de la vida.

—Una historia de cuento de hadas. Un príncipe y una princesa.

—Yo también soy un príncipe —se ríe con mi comparación, la fulmino—O bueno, soy, ¿el villano?

—Ambos tienen diferentes maneras de amarla. Desgraciadamente ella ama la manera en que él la quería, para el General no había literalmente ninguna otra mujer en su vida más que mi niña. Ese es el problema, señor Pasquarelli, que para usted sí que existen otras mujeres y eso no le gusta a Karol.

—Para mi no existe nadie más, déjese de inventar cosas en la cabeza vieja chismosa.

—Estaba apunto de tener una cría con una mujer que sigue viviendo en su techo.

—¿Y? Ella se iba a casar. ¿Qué acaso a nadie le importa como me siento yo?

Y esas fueron las palabras suficientes para que la vieja loca me mirase con una sonrisa amplia. ¿Qué mosco le picó?

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now